¡Más cornás da el hambre!, como diría aquél, mi amigo, aquel a quien endoso las llagas de mi propia carne cuando están abiertas y no sé a quién recurrir.
Hace no tanto, se miraba con ojos almibarados y enamoradamente brillantes, la jubilación de pilotos hechos y derechos, quienes fueron sustituidos por púberes que aun habiendo pagado por su asiento, merecían aquello de una oportunidad. Y hoy —cosas veredes, Sancho—, lunes después de Spa, ya hay quienes piden su cabeza porque resultan en extremo peligrosos para un deporte de titanes en el que hiere al respetable intuir siquiera el olor a sangre.
Líbreme Dios de insinuar siquiera que sea necesaria alguna escabechina en la F1 para que ésta siga siendo fiel a sí misma o que los aficionados nos hayamos vuelto unos pusilánimes; he apostado siempre por la seguridad en un deporte tan de riesgos como el nuestro y no va a ser esta entrada en la que me desdiga de haberlo hecho, aunque otra cosa sea que me parezca que con lo ocurrido ayer estamos matando al mensajero como la Merkel a las víctimas de la voracidad de los bancos alemanes, sin ton ni son, sin miramientos, a ciegas.
Mal que queramos, la parrilla ha bajado su edad media a la vez que aseguraba su presupuesto con la llegada de sangre nueva. Hemos cambiado experiencia por oportunidades, en vulgar paladino, y esto es lo que tenemos precisamente: muchas promesas que no se certifican porque no disponen del tiempo necesario para hacerlo, y que en los peores días pueden líarla parda porque están acuciadas por la prisa.
Líbreme Dios de insinuar siquiera que sea necesaria alguna escabechina en la F1 para que ésta siga siendo fiel a sí misma o que los aficionados nos hayamos vuelto unos pusilánimes; he apostado siempre por la seguridad en un deporte tan de riesgos como el nuestro y no va a ser esta entrada en la que me desdiga de haberlo hecho, aunque otra cosa sea que me parezca que con lo ocurrido ayer estamos matando al mensajero como la Merkel a las víctimas de la voracidad de los bancos alemanes, sin ton ni son, sin miramientos, a ciegas.
Mal que queramos, la parrilla ha bajado su edad media a la vez que aseguraba su presupuesto con la llegada de sangre nueva. Hemos cambiado experiencia por oportunidades, en vulgar paladino, y esto es lo que tenemos precisamente: muchas promesas que no se certifican porque no disponen del tiempo necesario para hacerlo, y que en los peores días pueden líarla parda porque están acuciadas por la prisa.
Importa poco de quién estamos hablando, a los niños del paddock tarde o temprano siempre se les va la pinza, le ocurrió a Hamilton, a Senna (Bruno), y sin duda les está sucediendo a Maldonado y a Grosjean. En todo caso, hoy es éste, mañana aquél, pasado mañana será otro, dejémoslo ahí... Todos ellos tienen la frente marcada por la señal de la prisa. Prisa por hacer amigos, por buscar enemigos, por satisfacer paladares exigentes, por dominar su herramienta de trabajo y labrarse un provenir que hoy por hoy pende de un hilo, prisa por hacerse fotos, por demostrar a quienes les pagan el mono y el asiento que son una buena inversión... Prisa por llegar lo más lejos en el menor tiempo posible...
Y en este sentido, humildemente diría que la culpa no me parece que sea de ellos sino de aquellos que les someten a una presión indescriptible porque hoy, si pasas de los veinticinco sin haber sacado la cabeza, ya eres viejo. Me refiero a los que tasan la valía de un profesional en base a su capacidad de romper récords, los que piensan que quien no sirve a las primeras de cambio debe ser sustituido inmediatamente. Los que han dado la espalda al paso del tiempo, a la templanza, al reposo en barrica. Los que apuestan por las añadas renegando de las crianzas en campo abierto que se han curtido a base de cornadas y tropezones. En definitiva, a los que tienen más prisa que sus apuestas de pretemporada...
En este sentido me hace gracia la facilidad que tenemos para afirmar tajantemente que Bernie no tiene una ONG y que ésto es un negocio. Pues bien, si es así, el negocio de Bernie hace agua porque la gente no llega convenientemente preparada a él, y porque el viejo debería ser el mayor implicado en asegurar que cuando un piloto se jubila, aunque sea porque quien le sustituye trae el bolsillo repleto de dólares, el marco deportivo y de exigencia debería seguir siendo el mismo a pesar del hueco dejado.
Yendo más lejos diría que nosotros también hacemos agua señalando con el dedo a las víctimas en vez de a los verdugos, no viendo que la GP2 no sirve de nada sin una F1 inteligente que abra un cauce para que los pilotos crezcan en su seno, maduren, alcancen la necesaria experiencia y prosperen profesionalemente aunque no se llamen Vettel.
Obviamente todo pasa por ofrecer estabilidad, un concepto en desuso desde que fuera arrinconado tiempo atrás por el dinero y sus apresuradas servidumbres, pero que nos vendría hoy de perlas para entender por qué un tipo fogoso como Gilles Villeneuve llegó a la cumbre de su carrera y Romain Grosjean puede tener sus días contados, Dios no lo quiera.
Y es que la pulcritud nos mata y nos hiela las venas, pero más nos asesina la prisa que se aloja en cualquiera de nuestras infinitas esquinas para negarnos el futuro pausado al que todos tenemos derecho; y a ellos, a los críos que campan sus rudimentarias maneras por el paddock, buscando un hueco que quién sabe si les esperará mañana, más aún que a nosotros, total porque no hay un Risto Mejide que les diga que ésta es una carrera de resistencia en la que sólo los perseverantes triunfan, y que para hacerlo sólo existe un camino: desprenderse de la tenaza de la prisa.
Y en este sentido, humildemente diría que la culpa no me parece que sea de ellos sino de aquellos que les someten a una presión indescriptible porque hoy, si pasas de los veinticinco sin haber sacado la cabeza, ya eres viejo. Me refiero a los que tasan la valía de un profesional en base a su capacidad de romper récords, los que piensan que quien no sirve a las primeras de cambio debe ser sustituido inmediatamente. Los que han dado la espalda al paso del tiempo, a la templanza, al reposo en barrica. Los que apuestan por las añadas renegando de las crianzas en campo abierto que se han curtido a base de cornadas y tropezones. En definitiva, a los que tienen más prisa que sus apuestas de pretemporada...
En este sentido me hace gracia la facilidad que tenemos para afirmar tajantemente que Bernie no tiene una ONG y que ésto es un negocio. Pues bien, si es así, el negocio de Bernie hace agua porque la gente no llega convenientemente preparada a él, y porque el viejo debería ser el mayor implicado en asegurar que cuando un piloto se jubila, aunque sea porque quien le sustituye trae el bolsillo repleto de dólares, el marco deportivo y de exigencia debería seguir siendo el mismo a pesar del hueco dejado.
Yendo más lejos diría que nosotros también hacemos agua señalando con el dedo a las víctimas en vez de a los verdugos, no viendo que la GP2 no sirve de nada sin una F1 inteligente que abra un cauce para que los pilotos crezcan en su seno, maduren, alcancen la necesaria experiencia y prosperen profesionalemente aunque no se llamen Vettel.
Obviamente todo pasa por ofrecer estabilidad, un concepto en desuso desde que fuera arrinconado tiempo atrás por el dinero y sus apresuradas servidumbres, pero que nos vendría hoy de perlas para entender por qué un tipo fogoso como Gilles Villeneuve llegó a la cumbre de su carrera y Romain Grosjean puede tener sus días contados, Dios no lo quiera.
Y es que la pulcritud nos mata y nos hiela las venas, pero más nos asesina la prisa que se aloja en cualquiera de nuestras infinitas esquinas para negarnos el futuro pausado al que todos tenemos derecho; y a ellos, a los críos que campan sus rudimentarias maneras por el paddock, buscando un hueco que quién sabe si les esperará mañana, más aún que a nosotros, total porque no hay un Risto Mejide que les diga que ésta es una carrera de resistencia en la que sólo los perseverantes triunfan, y que para hacerlo sólo existe un camino: desprenderse de la tenaza de la prisa.
3 comentarios:
Magistral reflexión. Huxley dijo que "la velocidad es una virtud que engendra un vicio, que es la prisa".
La velocidad es una virtud de los pilotos, pero la prisa es el vicio que hay a su alrededor.
Ahí le has dado. Ejemplos hay mil en la parrilla, los Buemi y Alguersuari, los Pic y Vergne, los Maldonado y Senna...chicos con poca soltura excesivamente presionados por los equipos (algunos en venta, que necesitan dar una imagen de excelencia para encontrar comprador), por batir récords, por pasar a Q3,...pero todo se puede volver contra el circo mismo que los parió, si, como el domingo pasado en Spa, un accidente como el ocurrido barre a media parrilla de golpe y, de repente, las audiencias televisivas se van a pique...¿Esto interesa e su "bussiness"???
Otra cuestión: Un equipo tiene que pensar en su financiación, pero ¿a toda costa?. Williams, por ejemplo, de sus dos asientos, bien que "venda" uno, pero ¿no es mucho riesgo "vender" los dos?? Ahora tienen un coche competitivo que ninguno de sus pilotos exprimirá.
Sauber, más de lo mismo....
Algo se está yendo de madre en todo este deporte, perdón, negocio.
Buenísimo artículo Josetxu!
Un besote
¿Y yo que no sigo viendo nada nuevo bajo este sol de la F1?.Siempre ha sido una mezcla de pilotos jóvenes y no tan jóvenes, con experiencia y en busca de la excelencia que les permita quedarse unos años,"pagadores"(aportadores del necesario patrocinio) o vendedores de talento,equipos que llegan y otros que se van,...No veo nada nuevo. Bueno,sí: Que los aficionados lo viven al día, digo cada día del año, con más o menos información y más o menos pasión. Que de una parrilla de 24, con "viejos" y jóvenes, con distinta base de experiencia, este año haya 2 que están sobresaliendo por "exceso de ganas" en momentos delicados,repito, no me parece nada nuevo en F1. Muy recientemente hemos tenido salidas de pinza muy sonoras en campeones del mundo. Jose: ¿Estabilidad en los tiempos de Gilles,años en que se cambiaba un piloto con un chasquido de dedos?. En mi opinión hoy más que nunca los pilotos tienen estabilidad en los equipos durante una temporada, y a muchos les soportan "cosillas" que a buen seguro Il Drago cortaría de raíz sin piedad. Saludos.(Me siguen llevando los demonios...)
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