viernes, 27 de abril de 2012

El concesionario de Charlie


A Charlie Whiting le gustan las cosas sencillas, hasta el punto de que en algunos perfiles de su filosofía vital se parece al mítico Henry Ford cuando afirmaba sin rubor que cualquiera podía elegir el color del Ford T que había comprado, con tal de que fuese el negro.

Hay que reconocer que en esto de entender el mercado como hay que entenderlo siempre, con dos cogieron, el británico ha salido alumno aventajado del inventor del utilitario americano, gracias entre otras cosas, a que sus socios de concesionario se las traen con avalorios en sus respectivos puestos y responsabilidades, y le dejan hacer mientras presiguen la sombra siempre huidiza del espectáculo. Total, que entre unas cosas y otras, la F1 se está quedando en asunto de museos, cuando no de feria ambulante de andar por pueblos, mientras en otras disciplinas, como la resistencia, por ejemplo, la libertad sigue arrojando bonitos saldos, desterrando mitos, buscando e imponiendo alternativas, sorprendiendo, haciendo auténtico automovilismo deportivo, en una palabra.

Traigo todo este rollo a cuenta de lo que llevo escribiendo desde el domingo pasado, cuando comencé a señalar a Pirelli como causante de la extraña cosa que sufrimos en Bahrein, sin reparar en que tal vez mi dedo estuvo demasiado afilado y no apuntó al auténtico culpable, la FIA, en concreto su estúpida y ramplona forma de entender la competición, y su afán desmedido por disponer de un proveedor único al que manipular a su antojo y sobre el que echar las culpas si algo se tuerce, que suele torcerse siempre.

Tal vez, sólo tal vez, metafóricamente hablando, Pirelli no ha sido otra cosa en mis dedos que el brazo armado de la FIA, el baldón al que apuntar, el don Tancredo a mano, el tonto útil de una historia que comenzó mucho antes, cuando alguien, arriba, tuvo la genial idea de economizar lo que hiciera falta, encargando a nuestro querido Charlie que realizara el trabajo sucio. 

Pero como decía al inicio, Whiting no tiene dobleces, es como es y hay que aceptarlo tal cual porque manda lo suyo, entre otras cosas, de manera que aunque sea a regañadientes, hay que admitir que buscando la sencillez y huyendo de los problemas, Charlie ha sintetizado las prestaciones de un coche en lo que dan de sí los compuestos que usa, todo ello en aras de diversificar el catálogo y nublarnos la vista mientras tanto. Si hay algo que merezca un ¡olé!, es esto, no me digan.

Misma cilindrada, misma performance, misma arquitectura mecánica o parecida, misma matrícula, misma o idéntica solución aerodinámica, mismo o similar rendimiento, en definitiva, pocos o nulos problemas y competición al más puro estilo neoliberal, y con invitados, como Marussia y HRT, protagonistas que por sus carencias, ponen en evidencia lo maravilloso de la excelencia conseguida con tanto apaño...

Falta Mariano Rajoy para enmarcar como se merece el cuadro, pero el coche es el mismo aunque responde distinto según sean las gomas que calce. Es de perogrullo, de libro. Un piloto de una escudería cualquiera va más rápido que su compañero porque calza compuestos más blandos, o más lento por llevar compuestos más duros... Lo hemos visto hasta cansarnos.... ¿Competición, espectáculo en estado puro? Yo diría que camino errado.

Charlie y sus socios sólo venden un coche, no nos engañemos, y si no lo venden todavía, al paso que vamos acabarán vendiéndolo, aunque a diferente precio según sea el color de los neumáticos que lleve. En esto consiste el asunto, en que un sencillo Ford Fiesta, por ejemplo, irá siempre más rápido con blandas que con duras, aunque las primeras le duren menos tiempo; y ahí mismo radica el quid de la cuestión de la búsqueda del espectáculo en la que lleva empeñada lo que no está escrito la FIA, a pesar de que la oferta es tan rácana y cortoplacista que da vergüenza mirarla...

Elijan entre el catálogo de simetrías propuesto por Charlie y sus socios, o secuaces según se mire. Digan con cuál de los cuatro modelos pretenden ganar el mundial de F1, que seguro que lo consigen. Piensen en Henry Ford, y díganme si se puede comparar lo que ocurre en la actualidad con lo que sucedía cuando quien se batía en aquellas lides pretéritas, pensaba con buen tino que las gomas eran el último de sus problemas, aunque no por ello el menos importante.

Ahí los tienen, repito. Cuatro unidades de lo mismo pero con cuatro tipos diferentes de gomas que los hacen distintos. Cuatro alternativas para participar en lo que dicen que es un hecho único, ¡manda huevos! Todo sea por hacer las cosas sumamente sencillas, como le gustan a Charlie.

4 comentarios:

GRING dijo...

Pero no eches la culpa a Charlie, que es una marioneta de su ex-jefe de equipo. Y no me prostituyas el nombre liberal tu también,por favor:Lo que es conservador es conservador, lo neoconservador es neoconservador y lo liberal es otra cosa muy distinta. Repasando un poquito la tradición liberal que arranca con Bentham y Stuart Mill verás que se confunde mucho actualmente la ideología liberal (y sus aplicaciones en política) con la conservadora. ¿Era socilista el Nacional-Socialismo?. Pues eso.
Ah!, se me olvidaba: Nos vemos en 2 finales.Un saludo

Jose Tellaetxe Isusi [Orroe] dijo...

Buenas noches.

Gring ;) Ya decía arriba que sus socios eran la monda XDDD Pero el noeloberalismo, o el liberalismo, son una quimera salvo que agarres a la libertad por los cuernos para dejarla suelta XDDD

El Nacional Socialismo no era socialista, precisamente porque utilizaba el socialismo como excusa. Era derecha, tan derecha como la que velaba hace unos meses por el bienestar de los jubilados y los ha llevado ahora a una encerrona en España.

Me gusta la política y no me gusta. Es un mundo de luces y de sombras, pero la practico día a día a pesar de los pesares. Aunque prefiero hacerlo con una cerveza o una copa en la mano. Pago yo, que conste ;)

Un abrazote

Jose

GRING dijo...

¡Es que la política (o cómo organizar y gobernar lo que nos es común, para reducirla a la mínima expresión) no puede ser ajena a nadie!. Nos envuelve en todos los ámbitos de la vida.Ahora releo un pequeño texto de Thoreau, "La desobediencia civil" que siendo de mediados del XIX goza hoy de una extraña actualidad. Muy recomendable.Obvio que el N-S no es S, pero comparten en origen el poner al Estado por encima del individuo, y yo no participo en eso ideológicamente: Prefiero siempre a la persona como objeto prioritario en la aplicación política (politica deportiva incluida) que a cualquier otra cosa.Libertarismo, liberalismo,...siempre tienen al individuo como lo más sagrado. Por eso no me gusta hablar de derecha-izquierda, porque el espectro es tan amplio y rico que no se puede reducir a 2 cosas, como machaconamente el marketing político lleva haciendo mucho tiempo.Fíjate, por ejemplo, que Jose Antonio consideraba su ideología de izquierda...En fin, que para mí Liberalismo como concepto político en España no se comprende muy bien (en USA o paises anglosajones se coloca a la izquierda del espectro. Aquí se manipula).Pero lo que tu dices, mejor acodado a la barra de un bar.Te leo. Un saludo.

J. Arce dijo...

"Le dejan hacer mientras presiguen la sombra siempre huidiza del espectáculo." Con esto lo has dicho todo. Es lamentable que nos estén llevando al precipicio en nombre del espectáculo, que hayan convertido un deporte que antes se vanagloriaba de ser la cúspide de la investigación en esta mierda en el que la aerodinámica mandaba hasta que llegó Pirelli. Y es increíble que los grupos de trabajo de la FIA estén compuestos por ingenieros aerodinámicos, los que tendrían que ser los encargados de reducir la aerodinámica.