Smog [India]

La superioridad de Red Bull es tan grande que todos sabemos lo que va a ocurrir en cuanto uno de ellos, preferiblemente el que lleva el número 1, toma las de Villadiego nada más iniciarse la carrera. No obstante, quedan por ahí 23 coches en los que fijarse sin que el polvo del ambiente nos nuble la vista.

Eso es precisamente lo que he hecho esta mañana mientras me tomaba un Cola Cao bien calentito.

Vettel ha firmado su primer Grand Chelem sin ninguna oposición, y con el agravante de que lleva varias intentonas. ¿Alguna tendría que salir bien, no? Pues ha sido hoy, aunque podría haber sido el otro día o cualquier mañana hipotético, lo que para desgracia del alemán y la gente que le jalea desde su muro (para Webber no hay muro que valga) quita bastante mérito al asunto. Mi abuela, a quien no menciono desde hace mucho, diría que va tanto el cántaro a la fuente, que al final se rompe. Y el aserto lleva aquí doble sentido, porque Vettel, como ejemplo, se nos está quedando en un vulgar matón de guardería frente a una chavalería que hace tiempo ha arrojado la toalla y que soporta sus impertinencias como buenamente puede mientras intenta esconder el bocadillo.

Es malo esto que digo. No está bien que un tipo con el potencial y calidad de Sebastian se haya convertido en el protagonista principal de una obra en la que sólo interviene él. Y peor resulta aún que diga sus frases sobre la tarima del teatro como si tuviera competencia, porque sencillamente no la tiene. Nadie puede darle la réplica, y nadie se la dará como la cosa siga tal cual la estamos sufriendo.

Pero hablaba al comienzo de 23 coches, y aquí que aparecen los Williams ofreciendo la peor cara de ese mundo que se mueve a la sombra del que resplandece, con Rubinho y Pastor afeándose mutuamente porque su escudería ya los ha señalado para consagrarse en una guerra fratricida que sirva de excusa a la salida del brasileño. Y Sauber, que haciendo de tripas corazón, ha colocado a Perez en los puntos tan necesarios, comprendiendo mejor que nadie que los duros de Pirelli les suponían un estorbo que había que quitarse de encima cuanto antes. Y Renault, que sigue sin cumplir las expectativas que dice Boullier que existen. Y Toro Rosso, exultante, desconocido, o casi, reververando el axioma que tantas veces ha enarbolado Alguersuari: con un coche, puedo hacerlo.

Pues sí, Jaime ha tenido vehículo hoy y ha podido demostrar que las estadísticas existen para ser rotas, como los malos farios, y que disponiendo de una buena herramienta, puede hacerlo, ¡vaya que sí!

Por arriba, Jenson se ha afianzado en un subcampeonato sobradamente merecido gracias a que atesora lo que tantas veces se le ha negado, y a que Webber ha renunciado a cualquier ayuda tal vez porque sabe perfectamente cuánto cuesta vender el alma al diablo (si hay dudas, que se lo pregunten a Nico). Hamilton, erre que erre, ha intentado lo que el año pasado en Monza, y como entonces, ahí estaba Massa, para lo bueno y para lo malo, y claro, pasaba lo que tenía que pasar. Y Felipe, ¡ay, Felipe!, tiene que ser duro que te tilden de rompecoches cuando lo que ha pasado es que tu defensa sobre Lewis ha dejado tocada tu suspensión delantera izquierda. Pero más se perdió en Cuba. Que te quiten lo bailao, porque para ser correoso como antes de Hungría 2009, hay que estar como antes de Hungría 2009, ¿no?, y eso significa que poco a poco estamos dejando atrás el episodio que sufriste y has llevado sobre tus espaldas como has podido desde aquel entonces hasta ahora. ¡Rosso o nada, Felipe!, no lo olvides, por favor.

Y Fernando... Pero el caso es que sobre el asturiano me apetece hablar mañana, o pasado, así que mejor lo dejo ahora, cuando el polvo que sobrevuela Buddh International Circuit va desapareciendo.

Os leo.