Hablo poco de Jaime por el profundo respeto que le profeso y porque bastante presión lleva encima. Empezó en esto de la F1 de manera inopinadamente precipitada, contracorriente, entre jaleos y augurios que nada tenían que ver con la enorme calidad que destila cada vez que se pone al volante.
Correr, corre cualquiera, pero hacerlo en Toro Rosso es un poema de estrofas desacompasadas que rara vez riman. Empezar arriba, como Hamilton, o incluso Vettel, quien a las primeras de cambio tuvo la suerte de sustituir a Kubica (es un decir, desde luego), supone una bicoca, pero ahí está nuestra promesa con un hierro como alternativa para ganarse un puesto entre la elite.
Marko ha decidido que el binomio Buemi/Alguersuari se destile como hicieran Héctor y Aquiles, a las bravas frente a las murallas de Troya, y ahí está nuestro compañero de armas, respondiendo como buenamente puede.
Dicen que ha sido demasiado optimista en sus expectativas, que ha sido mal aconsejado, que lucha sólo, más sólo que la una, que no resistirá, que si sale vivo de ésta será porque le ha sonreído la fortuna... pero es Jaime, un tipo sólido en el que muchos creemos, un infante de los de asta, un soldado que alberga en su interior la fortaleza y la mente clara de un general, y al que le falta rodearse de paciencia.
A Barcelona llega con la responsabilidad de sacar astillas de una serie de novedades que no disfrutará Sébastien, su compañero. La tesitiura se las trae con abalorios, porque como el equipo de ingenieros no hay acertado con el surtido, la cosa del barcelonés pinta oscuro como sobaco de grillo, pero el crío (lo siento, son ademanes de padre que han visto crecer a su hijo) tiene todo lo que hay que tener menos el equipo en que milita, aunque le aspiro a triunfo en un futuro no muy lejano, de manera que apuesto por él como haría por mi Josu.
¡Que sí, que lo conseguimos, Jaime!
Esa suerte de sombra del de Oviedo, a falta del Pedro que se nos ha ido a McLaren porque el paniaguado y suizo Sauber no supo entenderlo, Alguersuari es un retoño de roble que tiende a crecer como la vida crece y se desarrolla así le niegen la savia y la luz. Está hecho de adversidades e incomodos, y estoy seguro de que saldrá ileso de todo esto. A fin y a cuentas, todo héroe tiene su ecuador, y el de Jaime se llama Toro Rosso, y está aquí y ahora, y seguro que pasa.
Correr, corre cualquiera, pero hacerlo en Toro Rosso es un poema de estrofas desacompasadas que rara vez riman. Empezar arriba, como Hamilton, o incluso Vettel, quien a las primeras de cambio tuvo la suerte de sustituir a Kubica (es un decir, desde luego), supone una bicoca, pero ahí está nuestra promesa con un hierro como alternativa para ganarse un puesto entre la elite.
Marko ha decidido que el binomio Buemi/Alguersuari se destile como hicieran Héctor y Aquiles, a las bravas frente a las murallas de Troya, y ahí está nuestro compañero de armas, respondiendo como buenamente puede.
Dicen que ha sido demasiado optimista en sus expectativas, que ha sido mal aconsejado, que lucha sólo, más sólo que la una, que no resistirá, que si sale vivo de ésta será porque le ha sonreído la fortuna... pero es Jaime, un tipo sólido en el que muchos creemos, un infante de los de asta, un soldado que alberga en su interior la fortaleza y la mente clara de un general, y al que le falta rodearse de paciencia.
A Barcelona llega con la responsabilidad de sacar astillas de una serie de novedades que no disfrutará Sébastien, su compañero. La tesitiura se las trae con abalorios, porque como el equipo de ingenieros no hay acertado con el surtido, la cosa del barcelonés pinta oscuro como sobaco de grillo, pero el crío (lo siento, son ademanes de padre que han visto crecer a su hijo) tiene todo lo que hay que tener menos el equipo en que milita, aunque le aspiro a triunfo en un futuro no muy lejano, de manera que apuesto por él como haría por mi Josu.
¡Que sí, que lo conseguimos, Jaime!
Esa suerte de sombra del de Oviedo, a falta del Pedro que se nos ha ido a McLaren porque el paniaguado y suizo Sauber no supo entenderlo, Alguersuari es un retoño de roble que tiende a crecer como la vida crece y se desarrolla así le niegen la savia y la luz. Está hecho de adversidades e incomodos, y estoy seguro de que saldrá ileso de todo esto. A fin y a cuentas, todo héroe tiene su ecuador, y el de Jaime se llama Toro Rosso, y está aquí y ahora, y seguro que pasa.
3 comentarios:
La BMW en que se estrenó Vettel no es esta Toro Rosso donde pelea Jaime; no obstante es una oportunidad increíble, ha tenido muchísima suerte, pero también mucha responsabilidad. Y, no hay que menospreciar a Buemi, que lleva pilotando más tiempo que Jaime, y sin embargo, se somete a mucha presión al español para que derrote al compañero. No es nada fácil
Un besote
PD: No pensarás escribir otra más ¿verdad????
Sigue, sigue
Estoy contigo, este chico vale mucho y sobre todo tiene la cabeza sobre los hombros.
Le falta ese pelín de suerte que se necesita para dar el salto, porque del resto creo que se encargará él.
Saludos
Buenos días.
Concha ;) ¿No duermes? XDDDDD Lo de la comparación con Buemi también tiene lo suyo. Lo decía en la entrada: Jaime soporta más presión de la que le corresponde ;)
Tadeo ;) Yo también lo pienso. Está bien armado y atento a lo que sucede a su alrededor. Tarde o temprano dará ese salto ;)
Un abrazote
Jose
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