En momentos como los que estamos viviendo, con una estampida generalizada de aficionados que se nota en el decreciente número de visitas diarias a lugares tan humildes como éste, me apetecía mirar hacia atrás por ver si en las numerosas historias pequeñas que han jalonado la historia grande de nuestro deporte se podía encontrar alimento más útil que el que nos brinda la actualidad.
No sé si os lo he comentado, pero si no lo he hecho lo hago ahora: colecciono vehículos a escala 1:43, preferentemente deportivos (F1 y Le Mans, fundamentalmente), habiendo conseguido reunir a lo largo de los años casi un millar de ejemplares. Pues bien, hoy me he refugiado del tedio revisando algunas de las numerosas cajas donde los guardo a la espera de poder retocarlos para exponerlos en vitrinas en cuanto tenga oportunidad, y me he topado con la correspondiente a los coches más viejos, y en ella he encontrado una joyita, el Porsche 804 que condujo Dan Gurney en 1962, y que pertenece a una serie de coleccionables de quiosco.
El coche real estaba realizado enteramente en aluminio, incluso en su chasis tubular, y fue diseñado por Hubert Mimler y Butzi Porsche, mientras que del motor se encargaron Hans Hönick y Hans Mezger. El monoplaza trataba de presentar sus opciones en la fórmula reina aprovechando la experiencia de los modelos 718/787 con los que la casa alemana competía en F2.
El 804 se estrenó con un estrepitoso fracaso en el Grand Prix de Holanda de la temporada 62, con Dan Gurney y Jo Bonnier a los volantes de los dos coches oficiales. Tras el lamentable espectáculo, Ferry Porsche decidió supeditar la continuidad de la marca alemana en F1 a la cosecha de un solo triunfo, para lo cual conminó a Hönick (jefe de ingenieros) a que se tomara un breve tiempo de reflexión que derivara en mejoras sustanciales sobre el 804. A raíz de aquello, Porsche no participó ni en el Grand Prix de Bélgica (puntuable) ni en el de Reims (no puntuable) de 1962, pero sí lo hizo en el de Mócano, donde Gurney quedaría fuera de combate al verse inmerso en un accidente múltiple, y donde Bonnier se encargaría de salvar los muebles conquistando la 5ª plaza, aunque con un 787 modificado.
A pesar de la concatenación de descalabros, tras una serie de pruebas realizadas en el circuito de Nürburgring, el 804 parecía haber solucionado sus problemas de fiabilidad y desembarcaba de nuevo en el mundial con ocasión de la prueba correspondiente al Grand Prix de Francia, celebrada en el circuito de Rouen-Les-Essarts, donde Gurney se imponía en la que sería la única victoria de Porsche en F1 (imagino que la maqueta que tengo conmemora aquella gesta), después de que el Lotus de Clark y el BRM de Hill desfallecieran por problemas mecánicos, dejando el camino libre al piloto americano, quien sería acompañado en el podio por Tony Maggs (Cooper-Climax) y Richie Ginther (BRM), quienes ocuparon la segunda y tercera plaza respectivamente.
Jo Bonnier no pudo terminar aquella carrera debido a una rotura de la caja de cambios, y a pesar de que durante la disputa del Grand Prix de Solitude (no puntuable), Gurney y su compañero sueco firmarían un magnífico doblete, Porsche decidía abandonar definitivamente su aventura en F1, para retornar dos décadas más tarde, impulsando los McLaren MP4/2 de Prost y Lauda.
4 comentarios:
Estas son las cosas por las que estoy enganchado a Nurburgring. Gracias, José, pero muchas gracias, por el optimismo y por todo lo demás.
Salu2
Hola, David ;) Gracias a Dios tenemos casi 60 años por detrás XDDDDDD
Un abrazo
Jose
No tenía ni idea de que Porsche hubiera competido en la misma época que Honda, es un lujo conocer estas historias.
Mis respetos.
Carlos.
Los primeros 60 fueron una época maravillosa XDDDD Me alegro de que os gusten estos retazos de memoria ;)
Jose
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