No conozco a uno de nuestros mejores astados que no se haya pifostiado de mala manera, así que bien, por mi parte bien porque Franco ha opositado con nota a estar donde se han partido la cara los que buscan los márgenes propios y los de su herramienta.
Lo siento en el alma, eso sí, por los que creían que en F1 todo era coser y cantar y habían puesto los huevos en la cesta del argentino que iba a quitar el aliento a los más reacios. Colapinto estrellaba su coche y lo hacía añicos porque, a diferencia de Sargeant, el cabrón del pibe iba en ese momento al límite, con un Williams, cabe advertir, pues Lance Stroll, un ejemplo, todavía no sabe lo que es hacer volar un bicho potente ya que, desde el habitáculo la vida se ve diferente cuando eres un auténtico piloto de Fórmula 1.