martes, 19 de septiembre de 2023

El Buen Samaritano


Olvidad por un momento la parábola del buen samaritano y centraros mejor en el inseparable amigo que le creó Mike Mignola a Hellboy, un cuatrotiros de gran calibre que ha sacado al héroe de más de un apurillo en cómics y películas, que, precisamente en las cintas, fue bautizado Good Samaritan.

Bien, a pesar de la pole conseguida el sábado y la ausencia de los Red Bull, Ferrari anduvo carente de ideas en Marina Bay y se notó, as usual

Tampoco Leclerc estuvo fino, as usual, of course!

A ver, no es que quiera hacer sangre con el monegasco, pero Alonso le dio una bonita lección de conducción defensiva a Hamilton, en Hungría 2021, con un coche inferior, y os recuerdo que aquel Mercedes AMG acabó llevando a Brackley a ser Campeona Mundial de Constructores... ¿No vale la comparativa porque Hungaroring es Hungarorig? OK, ¿qué tal Checo en Yas Marina proporcionando largas bocanadas de aire a un Max que dependía de él como del comer? Bien, pues Charles no sabe hacerlo.

Hay momentos —más bien instantes interminables—, en que no se puede contar ni con el muro rosso ni con Il Predestinato. Son recurrentes esta campaña como en otras, para qué vamos a negarlo, tarde o temprano afloran y a Carlos le tocó el suyo cuando tomó conciencia de que sus minutos de gloria estaban llamados a su fin porque God, el Dios de los británicos, había mandado a George y Lewis a cobrarse los favores de la FIA. 

La estrategia de La Scuderia podía haber sido firmada por Iñaki Rueda y Mattia Binotto. Lejos de tener algo a lo que agarrarse después de haber liderado la prueba de cabo a rabo, Sáinz estaba vendido mientras su ventaja se deshacía como un azucarillo en agua tibia, y en esto que el madrileño sacó su Good Samaritan de la cartuchera y empezó a defenderse como el cachondo diablo de Mignola.

Si tenéis oportunidad de rebobinar la prueba, notaréis cómo la radio dejó de incomodar al español en cuanto éste dio muestras de que iba a vender carísima su piel, a pesar de que Leclerc no opuso apenas resistencia a los británicos de la estrella de tres puntas y las ruedas de su monoplaza estaban en las últimas —primera bala, Memento mori—. Un par de tomas de la retransmisión delataron a un Vasseur incrédulo mirando los monitores, a la par que feliz por un posible resultado que no había imaginado ni en sus sueños más húmedos —nadie recuerda a Enzo en la actualidad, ni siquiera en Maranello, pero ahí hubo mucho de In the Name of the Father. Segundo proyectil.

Desactivado el principal problema de cualquier piloto que viste de rossoPiloti, che gente!—, Carlos Sáinz tomó el mando y pasó a gestionar tanto la carrera como su resultado, y además improvisando, el muy cabrón. Necesitaba gomas para llegar a meta, por ejemplo —When Harry Met Sally, con orgasmo fingido incluido. Tercera munición dedicada esta vez al enemigo—, y cedió distancia a Lando para refrescar lo poco que quedaba de las cubiertas, amén de acercar al de McLaren lo suficiente a su vehículo como para que el inglés pudiera defenderse con el DRS de un Russell que venía como un misil, apremiado por las urgencias de God y un Hamilton que es como Leclerc pero en versión United Kingdom.

A nuestro protagonista sólo le quedaba un tiro, pero a la diosa Fortuna le encandilan los tipos disruptivos, los que se sobreponen a las circunstancias, y, así las cosas, el de King's Lynn dejó de atosigar por imperativo, Lewis se vino arriba, Vasseur también, y el blandito de Ferrari, el tipo al que llevó el Emérito a la cumbre del automovilismo según los entendidillos, se mostró en Singapur como lo único que merece la pena de esta Ferrari en derribo que sobrevive a duras penas a su tradición.

Carlos con el equipo a cuestas, ¿quién le hace una oda...?

Os leo.

1 comentario:

Josemi dijo...

He de confesar una cosa: yo no creia en Carlos. Y no creía en Carlos por que a lo largo de estos años nos han enseñado a no creer en Carlos.

A pesar de ser hijo de un archienemigo para UK, no le dieron papel de malo, pero tampoco de bueno. Para la F1, Carlos no existia. Famosas eran las retransmisiones donde no le sacaban en pantalla ni un segundo. Siempre opacado por faces como Verstrapen, Norris o Leclerc, en los guiones de la F1 era todo lo mas un tipo sospechoso de enchufado.

Por cierto, en un momento de la carrera Carlos era perseguido por todos el equipo de los buenos, Norris, Russel, Hamilton, Leclerc, Verstrappen. Todos los "predestinatos" estaban al acecho.