No hay cosa más estéril que poner puertas al campo, pero aquí estamos, blanqueando la insultante superioridad de Mercedes AMG desde 2014 y, por ende, dando carta de naturaleza al incalculable valor que tienen los títulos de Lewis Hamilton, mientras los protagonistas directos de la actividad mencionan una y otra vez la exasperante falta de igualdad que existe en pista.
Tampoco se trata de lograr la equiparación absoluta entre plataformas —no sería Fórmula 1—, argumento ampliamente utilizado por los defensores de lo maravilloso que resulta todo esto cuando se ven contra las cuerdas, sino de que la actividad brinde oportunidades a un tanto por ciento relevante de participantes, circunstancia que no tiene cabida en nuestro actual formato de espectáculo ni así lo estrujemos como un trapo de cocina, y está en la base de ideas tan saladas como las parrillas invertidas o la reciente de carreras al sprint como sustitutivas de la clasificación.
No, no se han logrado crear reglas y herramientas que igualen las oportunidades y ofrezcan más show, ni hace unos meses ni ahora, cuando el sólo mencionar carreras al sprint debería ponernos los pelos de punta, salvo, claro está, a Stefano Domenicali y los que entienden que un poco de maquillaje en el fondo no es tan malo. El italiano descarta las parrillas invertidas pero anuncia que se intentará probar este formato para los sábados este mismo año, eso sí, ni media palabra sobre una normativa más sana, unas ruedas que permitan explorar estrategias más allá de una parada, etcétera, aunque, a cambio, pretende darnos penita con la situación que sufren los novatos: «Hoy tenemos menos pruebas, así que necesitamos crear oportunidades para que estén en pista, no solo en los entrenamientos libres como ya está escrito en el reglamento» [La Fórmula 1 valora carreras al sprint para los sábados].
Los novatos son víctimas como nosotros, los aficionados, y sufren del cortoplacismo de la FIA y el FOM, y de su legendaria manía de poner parches a lo que no funciona por ver si el edificio común no se viene abajo porque las termitas se están comiendo los cimientos de madera. Se podría atacar la plaga o sustituir la cimentación por una de hormigón armado, pero imagino que le sale a cuenta dejar todo como está y preocuparse por el tamaño de las ventanas...
En fin. Os leo.
1 comentario:
José, una vez más, la ha clavado. Me ha encantado el segundo párrafo y el último.
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