miércoles, 3 de febrero de 2021

Tierra prometida

Día productivo en las Hébridas Exteriores, marco incomparable donde inventar localizaciones. Corría 1995 —alguno de mis dementores de cabecera acababa de nacer, otros lo harían años después; al resto todavía le faltaba tiempo para ver las primeras luces y tomar la primera teta—, y se me ocurrió ambientar allí una aventura hogareña que titulé El Cuaderno de J., tercer ariete que parí para hacer trizas la mítica carta del editor que enarbolaba J&F cuando las cosas no salían como él solo quería. 

El primero se llamó TNC (Tormenta no controlada), con las 24 Horas de Le Mans como telón de fondo. El segundo fue la novela Foxtrot en Babilonia, texto que jamás vio la luz pero nos ayudó a sacar adelante El Hogar de los Valientes y el Mutantes G2 de 1997, uno porque su autor estaba seco de ideas y andaba acomplejado con otro escritor de la casa, y, el segundo, porque Mikel se enredó haciendo carpetas dentro de carpetas que, a su vez, yacían sin contenido en el interior de otras carpetas que aguantaban el tirón en plan matrioskas monumentales. Un sindiós, ya me entendéis.

El Cuaderno de J. se focalizó en la vida y milagros de los habitantes de una isla ficticia, Companion, donde vivían vacas telépatas que oteaban el horizonte por si divisaban a los malos, que compartían espacio con ovejas que entrenaban la disciplina militar siguiendo las tácticas romanas. Puse allí cochinos vendidos al enemigo, un submarino ruso con comandate soviético, un ex agente que había decidido desaparecer en un lugar perdido de la mano de Dios (J.), y una gaviota que pretendía romper el récord de velocidad en picado. Hoy mismo resulta complicadísimo hacerse con un ejemplar de aquel módulo.

Qué iba a imaginar yo entonces que uno no escapa de su pasado ni así lo quiera...

Estoy escribiendo ahora mismo para un proyecto que odio desde lo más profundo de mi alma, aunque esto siempre ha sido buena señal. No, no me gusta lo que hago, jamás me suele gustar, pero, reitero: suele ser buen síntoma aunque os rogaría que no me preguntárais el por qué.

Pero como esto va de Fórmula 1 y Carlos se ha estrenado vestido de rosso, quiero aprovechar que hoy no sucede como en 2003, 2004, 2005, 2006 o 2007, momento en que abrí esta bitácora, y como ni hay tanto bobo como entonces y se coincide (más o menos), en que es normal y tolerable y comprensible que los canadienses saquen pecho por sus compatriotas Lance Stroll y su santo padre, o que los mexicanos hagan lo propio con Checo Pérez ahora que milita en Red Bull, de suyo pretendo regodearme en que el madrileño inicie etapa en la de Maranello. Carlos es el sexto piloto que ponemos los en La Scuderia: Julio González Pola, Alfonso de Portago, Marc Gené y Pedro de la Rosa en labores de retaguardia, Fernando Alonso, y este año él.

Me siento muy orgulloso, como español y como seguidor de esta disciplina. He hablado poco de Carlos desde que amaneció en Toro Rosso por evitar que lo asaran a pedradas los que nacieron poco antes o después de que escribiera El Cuaderno de J., pero el tempo no lo marco yo y siento que va siendo hora de que me desmelene. 2021 va a ser un año sabroso y ya voy avisando que voy a ir a muerte con el españolito de Ferrari, por él, por lo que significa para nuestro país a pesar de los numerosos imbéciles que niegan la mayor salvo cuando son otros los que merecen el respetito de los cojones, y porque, visto lo visto, sacar pecho por lo nuestro no es pecado en 2021 como lo fue en 2007.

Sáinz junior pisa tierra prometida y me digo que bien merece sufrir un poco con tal de enaltecerlo como merece. Pocos llegan a la de Il Cavallino Rampante y menos son de nuestro terruño. Seis pilotos, ya digo. ¡Seis con Carlos!

Os leo.

3 comentarios:

Erathor dijo...

No queda otra que recurrir a manido pero inevitablemente oportuno:

'Con dos coj...'

Lastra dijo...

Ejem, ejem... Como español nacido en tierras astures y alonsista hasta las trancas, me llena de orgullo y satisfacción comprobar que aún quedan en este país quienes no dudan en declarar que van a apoyar a Carlos con todo, porque está en Ferrari, porque es compatriota, porque es buena gente y porque le sale de los cogieron.

Josete Txapeldún! :)))

Optimo2020 dijo...

Amen de ser Alonsista hasta el final,
Y a pesar de q opino q a Carlos le falta un poco de colmillo,pienso q lo equilibra con una grande y fuerte HUMILDAD.Por eso ha llegado hasta donde esta y con suerte podra conseguir aun mas exitos.