miércoles, 12 de abril de 2017

Las veinticinco y seis [#Nürbu 21]


Un circuito es en esencia un papel en blanco que el conductor y su máquina rellenan con trazos firmes después de haber memorizado previamente el dibujo. 

En el gigante, sin embargo, ni el papel fue siempre tan pálido ni existía capacidad humana que lo recordase todo desde la infinita soledad del habitáculo. Vuelta a vuelta el legendario dragón que habita las Eifel empezaba a retorcerse y sus escamas comenzaban a cambiar de sitio y a modificar las referencias. Sin ayuda de una radio o de un GPS, muchas curvas terminaban por parecer la misma y el piloto sentía tarde o temprano la necesidad de reinterpretar lo aprendido, de inventar a veces, abocándose así a iniciar un viaje con pies descalzos sobre la nada.

Hubo un tiempo, lejano ahora, en el cuál, hiciera sol o las nubes ocultasen el castillo Nürburgring era distinto en cada giro. Si llovía, aún resultaba peor.

Los héroes de nuestra era moderna aprendieron de sus mayores que lo importante no eran la letra ni el sonido, sino asimilar la melodía del Nordschleife en su conjunto. La síntesis nemotécnica, el recuerdo que llama al recuerdo, la nota que llama a otra nota, el verso que abre camino para que aflore la rima en aquél que le sigue.

Tempo, diapasones, metrónomos, relojes...

La velocidad había crecido con respecto a años anteriores. No había pianos y el asfalto todavía mordía las gomas cuando jugaba con acariciar la tierra o la gravilla que bordeaban la pista. Resultaba esencial ir por lo oscuro tan rápido como se pudiera pero para ello hacía falta ver lo más lejos posible, reconocer pronto, improvisar rápido, discernir una a una las claves del crucigrama y recrear la parte perdida del plano del tesoro hasta que aparecía al frente la siguiente señal y la rutina se reproducía de nuevo.

Sentados a unos centímetros del suelo, rodeados de combustible, los pilotos de los setenta del siglo pasado se asemejaban a poetas que acuciados por las deudas y las prisas escriben sonetos a la luz de una vela que medio se apaga, siendo conscientes de que nunca existirá un mañana si no entregan a tiempo el salvoconducto que les permitirá vivirlo. La asonancia y la consonancia son ahora lo importante, la cadencia llega sola así como el número de sílabas por línea. El oficio siempre viene al rescate...

Los pies frenan embragan o aceleran instintiva y mecánicamente, casi se podría decir que la naturaleza los creó para cumplir este cometido en vez de para caminar. Las manos sujetan el volante guían el vehículo y cambian de marchas como una maquinaria perfectamente engrasada, mientras el culo y la espalda sienten si todo va bien o se avecina un problema y la vista escruta el horizonte buscando jalones a los que aferrarse.

El Nordschleife siempre ha sido un cronómetro demasiado extenso como para abarcarlo en una sola mirada, y los ojos avisan puntualmente al cerebro de que van las tal y cinco y ahora las tal y diez. Que han dado las tal y cuarto o que algo ha sucedido cuando han pasado las tal y veinte y ni hemos reparado en ellas.

Con la melodía sonando en la cabeza, los pilotos encuentran un tiempo que les niega la propia carrera mirando una clepsidra de pulsera que no atiende a meridianos ni a convenciones ni a husos horarios. Cuentan que cuando se bajó de su McLaren en la edición de 1976, James Hunt esbozó una pregunta a Teddy Mayer mientras éste lo abrazaba, que obviamente no obtuvo respuesta: «cómo era posible que fuesen las veinticinco y seis si la prueba había comenzado a las dos de la tarde...»

Os leo.

2 comentarios:

Bertor dijo...

Jose, estás que te sales últimamente. Pero me gustaría darte mi opinión ante tan inmensa capacidad escritora: si escribes un par de entradas (o más) al día, se produce un efecto "olvido" que evita que comentemos algunas porque queremos leer la siguiente y la anterior va a perder atención. No sé si me entiendes. Algunas entradas, como ésta, son pequeñas obras de arte que hay que degustar y disfrutar sin la premura de saltar a la siguiente. Y si no hay siguiente, podemos pararnos a comentar y deleitarnos con las palabras que otros puedan escribir sobre ella.

Es sólo mi opinión. Enhorabuena ;)

Jose Tellaetxe Isusi [Orroe] dijo...

Buenos días, Bertor ;)

No prometo nada porque a veces se me van las manos al teclado, pero éste es un buen consejo y no me cuesta nada cambiar de modus operandi... Tenía previsto hacer una serie de #Nürbu estas vacaciones y dejarlo hasta otro momento, pero voy a hacerte caso y publicaré entradas como ésta según vaya encontrando huecos sea el momento del año que sea ;)

Un abrazote y gracias ;)

Jose