Ya sea porque la rutina es más que conocida y cada vez que las cosas no funcionan como se había prometido se saca la enésima zanahoria de la chistera, o simplemente porque uno, yo en este caso, empiezo a ver la vida en un plano secuencia déjà vue que acojona, que la FIA prometa lo que no está escrito a partir de 2021 me ha dejado tal cual estaba, es decir: como ayer.
La Matrix funciona bien y es menester recalcar que vamos a seguir tan atontaos como siempre —lo sé porque la he revisado esta mañana mientras limpiaba el ordenador y trasteaba en redes sociales desde el portátil—, por tanto, los déjà vue no se deben a ella ni a que el agente Smith ande haciendo de las suyas, lo que nos pone en que los que no se han dado cuenta de que la despensa rebosa zanahorias son los que se han reunido para definir un futuro prometedor que sabemos todos (casi todos, más bien) que no va a llegar.
Las cosas están más o menos atadas hasta 2020 y aquí, por lo que se ve, no se ha decidido hacer nada salvo avisar que siempre que llueve luego escampa...
Como nos recordaba hace una rato Marta González en Twitter, la ventana para que todas las unidades de potencia trabajen parecido se cierra en 2018 porque así se estableció en la nueva normativa, y eso nos indica que seguimos sin salir de la huerta de las perogrulladas por mucho que Jean Todt se muestre más feliz que unas pascuas con los progresos alcanzados durante la jornada de trabajo.
¿Qué progresos son esos? Bueno, no pretendo amargaros el domingo pero, básicamente, consisten en que los sabios de la montaña no saben por dónde meter mano al presente y, como de costumbre, nos prometen el oro y el moro para el futuro mientras insinúan que aguantemos un trecho extra por el bien del deporte, que a la vuelta de la esquina los motores serán más baratos, muy potentes y ofrecerán más ruido, más o menos como cuando se señalaba el horizonte en 2013 y se decía ¡vienen los turbo y el efecto suelo, que hasta Rory Byrne ha hecho de consultor y tal!
Obviamente no venían los turbo. Llegaba una etapa híbrida con todo lo que suponía. Y con menos capacidad en los motores térmicos y un escape único, lo normal era que hubiese menos sonido, total, que hasta se probaron trompetillas en una hazaña que no por olvidada deja de ser una bonita metáfora de cómo de en serio se toman estas cosas en el seno de la Fórmula 1.
El reglamento 2017 también es un parche de los de Pepe Gotera y Otilio. Iba a haber más adelantamientos... Mejor lo dejo.
Aunque para terminar, me gustaría agradecer el esfuerzo de la egregia institución por alimentar los graneros de la prensa británica. Ahora ya sabemos de qué nos informarán los expertos las próximas temporadas porque por fin disponen de preguntas nuevas para indagar en problemas viejos que no parecen tener solución.
La cultura de la FIA, que decía Ari Vatanen cuando perdió ante Jean Todt. Ésa no la cambia nadie: siempre cazando fantasmas, siempre haciendo ver que avanzamos dando pasitos atrás.
Os leo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario