Nico en Bakú

Si soy sincero, os diré que me importa un pimiento el circuito de Bakú. Tal vez mañana sea posible que me enamore de él y lo saque a bailar como me sucedió con el de Valencia, pero hoy no toca.

Corre, vuela, frena y pasea por unas ruinas donde tres o cuatro azafatas te susurrarán al oído que la capital de Azerbayan es la puta bomba de bonita. Una amalgama de postales entrañables que recrean un pasado feudal y retratan a la vez un montón de acciones a futuro, engarzada en un collar de bisutería que de tanto colorín, nadie puede saber si llegará a rozar con sus dedos la aldaba de la puerta de tu corazoncito.

Prostvuelve, un lince en eso de pronosticar mesías que no soportaban la presión o en eso otro de ser de Prost y Senna a la vez, o en aquello de postularse como fan de Lotus para criticar a los tifosi herejes, nos explicaría si leyera esto, que el Gran Premio de Europa no tiene por qué disputarse en Europa. Que hay referentes. Que hay referencias, que para erudito él y los demás tontorrones, porque no vino al mundo de los vivos para hacer amigos, sino para clamar verdades en el desierto de los muertos y lanzar idiotas contra los muros de lo que no le gusta.

Yo me entiendo. Permanezco a profundidad de periscopio mientras el spam y los troll sacuden los cimientos de Nürburgring y dejo para mejor ocasión lo de homenajear mañana y pasado mañana las 24 Horas de Le Mans, sencillamente porque no me dan los días para tanto sofoco.

Nadie os lo dirá así de claro, pero Bakú es una puta mierda de trazado. Surgió para evitar que Nico Hulkenberg volviera a vencer en La Sarthe; para evitar que Le Mans eclipse la Fórmula 1 una vez más; para evitar, en defintiva, que la realidad se imponga a los turbios deseos de esa caducidad que se llama Bernie y se apellida Ecclestone.

Nada bueno puede traer lo que es pura negación, pura improvisación para rebatir sin argumentos. Bakú sobra en el calendario, pero aquí lo tenemos, servido en frío, jodiendo lo bueno que tiene este deporte, favoreciando que afloren las tontunas de un tetracampeón del mundo que aún no ha comprendido que en Ferrari jamás podrá matar el recuerdo de Fernando porque son tiempos de Max y al holandés le pertenecen.

Puritito espectáculo del bueno. Corre, vuela, frena, y pasea ante medio mundo unas ruinas que no son sino las nuestras. Y no cojo el teléfono o te llamo luego porque lo que a mí no me vale te tiene que valer a ti. Que da lo mismo que me añores o que te estés muriendo. Tú puedes esperar lo que nunca supe esperar yo...

Y Nico Rosberg en Bakú... ¡Venga, rubiales. Profana el templo de las verdades absolutas para que al menos yo siga creyendo!

Os leo.