miércoles, 13 de abril de 2016

Grima a raudales


A estas alturas de la película todos conocemos, más o menos, que Johnny Herbert es un tipo estupendo que iba para campeón mundial, que sorprendió al mismísimo Ayrton Senna, y que un desgraciado accidente acabó para siempre con sus aspiraciones.

También sabemos que le apodan «The Imp» por lo incisivo que resulta a veces y que según el periodista Javier Rubio, fue vapuleado por Fernando Alonso en Bahrein...

Todo iba bien hasta lo de vapuleado, ya que Herbert también es comentarista de Sky Sport y habitual de otros cauces de comunicación, lo que nos pone en que quien puede vapulear en sentido estricto es él ya que dispone de más medios que el español para hacerlo.

Pero a lo que vamos. Van para diez días que sucedió el supuesto encontronazo ante las cámaras entre el de Oviedo y el de Sky y considero que es tiempo suficiente como para haberlo olvidado, pero tras la recomendación vertida por Josep Lluis Merlos en el matutino catalán Ara o el posterior penita pena entonado por Javier Rubio en El Confidencial, la cosa ha vuelto a subir de decibelios en las redes sociales, hasta el punto de que nuestro compatriota parece un abusón frente al cachondo Johnny.

No quería entrar en este asunto. Hace unos días me sorprendió en Facebook que Abel Cruz se sintiera inquietado ante 35 palabras de un total de 829, en las que hacía yo alusión al comentarista a la hora de definir un sábado que honestamente nos lo podíamos haber saltado, en aras obviamente, de enmarcar una entrada vespertina que trataba sobre seguridad. 

Es lo que hay. Lo entendí entonces y sigo entendiéndolo ahora. Lo que no me entra en la cabeza es que a las puertas del Gran Premio de China se siga hablando de un forzado Herbert vs. Alonso en vez de asaltar a la FIA en eso de que en Melbourne, sus médicos dejaran coger un avión a un piloto que había sufrido un accidente en el que soportó 46G de deceleración, para que en casa le diagnosticaran un neumotorax que podía haberle resultado fatal volando a centernares de metros de altura.

Si fuerzo la situación os confieso con la boca pequeña que también entiendo esto, cómo no iba a hacerlo: Alonso seguirá vendiendo incluso después de retirado. Pero ya os digo, sólo si la fuerzo...

El caso es que como comentaba hace un par de párrafos, a tal fecha como hoy, 13 de abril de 2016, el mantra pasa inopinadamente por señalar al asturiano poco menos que como un ogro y a Hebert como pobrecita víctima de las iras del soberbio bicampeón del mundo que comparte con nosotros terruño.

No me ha costado mucho encontrar la captura de pantalla en que la brutal violencia sugerida por los especialistas y sus adláteres, se reduce a un cruce de palabras en mitad de un escenario dominado por el encuadre, las sonrisas, y un frío fair play.

Tampoco me ha resultado complicado dar con el tuit en el que después del encuentro con el plumilla inglés, Alonso parece recapacitar en público sobre lo que acaba de hacer:


Del tuit de los demonios no se sabe nada salvo que se da por seguro que supone una amenaza —me jugaría el brazo con el que dibujo a que no es así—, porque lo importante a todos los efectos es que en los medios y en los corrillos y mentideros, Johnny Herbert siga apareciendo como víctima de un despropósito desmedido, incluso hurtando al respetable que el inglés no habría llegado a nada, ni siquiera a comentarista de televisión, en el caso de habérselas tenido que ver con los actuales protocolos médicos que impidieron a Fernando correr en Skahir, después de su accidente.

Aterricemos, por favor. El mal rollo entre los dos viene de demasiado lejos y además, a Herbert no le habrían dejado intentar acercarse a un coche con muletas, ni correr bajo los efectos de los calmantes. La épica profesional que ahora sirve para justificarlo, se habría venido abajo como un castillo de naipes ante un soplo de brisa...

Esto lo sabe el de Sky, o debería saberlo. No es tullido, es gilipuertas, y por ello es triplemente culpable: por engañar al público no aceptando que metió la pata, por no entender el nuevo escenario que afectaba a Alonso en Sakhir, y por permitirse interpretar a The Imp con un tipo que incluso hizo flexiones ante los médicos de la FIA con tal de intentar disputar el Gran Premio de Bahrein.

El resto... las consecuencias que todos sabemos: ruido y puritita grima en dosis pequeñas o grandes. Al gusto, que dicen.

Os leo.


Anotación 15 de abril de 2016: Con la inestimable ayuda de Ernesto González, hemos conseguido establecer la correcta línea temporal de los acontecimientos, lo que me pone a mí en la tesitura de tener que admitir que me equivocaba al decir que el tuit era posterior al encuentro con Herbert. Es anterior y obviamente, así pierde ese valor de «reflexión» que le atribuía en el texto.

4 comentarios:

Jorge dijo...

Brutal ésta entrada, nada que añadir, sólo que es para estamparsela enterita en la frente a más de un gañan...

Anónimo dijo...

Podrán decir ahora lo que quieran y poner a Herbert de víctima, pero en el fondo saben que se lo pensarán dos veces antes de volver a meterle el dedo en el ojo al ogro asturiano.

Tadeo dijo...

¿Si fuera Ham de líder pasarían estas cosas? creo que no. Este año parece que la ausencia de ayudas electrónicas y la nula ayuda desde el muro va a dejar a algunos pilotos delante de su propio espejo, delante de su verdadera valía. Ya no es solo conducir, ni tan siquiera poder llegar a meta, sino que eres tu el que tienes que hacer llegar a la meta al coche.

No solo van a tener que ser rápidos, que lo son, sino también muchos aficionados tienen que empezar a valorar "la comprensión mecánica del coche", es decir, no solo correr, sino saber que es lo que tienen entre las manos y los pies para poder llegar a la meta lo más adelante posible.

Y creo que a Ham se le ha atragantado este tema, por lo menos de momento. ¿Cortina de humo de Herbbert sacudiendo al nano? nada nuevo por estos lares.

Saludos

Ernesto Gonzalez dijo...

Empecé el sábado 2 de abril, leyendo vía Twitter cómo Johnny Herbert sugería que Fernando Alonso debería retirarse. No estaba mal para empezar el día, se iniciaba el primer foco de un incendio que cuando empecé a leer en Twitter, ya empezaba a descontrolarse. Después de leer lo vertido por Johnny Herbert, reconozco que no me gustó pero como se ha repetido hasta la saciedad es su opinión y tampoco me intera saber cúal es el verdadero trasfondo de su opinión. Por supuesto que se puede rebatir si su opinión es acertada o desacertada, pero...
- ¿Es necesario recuperar prácticas inquisitorias y mandarlo a la hoguera?
- ¿Se puede rebatir una opinión sin que se nos pongan los sentimientos a flor de piel?

Después vino la réplica de Fernando Alonso al comentarista británico en plena retransmisión en directo de la cadena Sky, los ecos del “zasca” perdurarán durante mucho tiempo...pero a mí me pareció una pasada de frenada por parte del asturiano, tan criticable como las de Lewis Hamilton – las cuales, a veces, suelen tomarse más como una chiquillada – . El asunto es que Fernando Alonso, como aludido en esta historia tiene derecho de réplica y puede hacerlo como crea conveniente aunque por ello pueda se llevarse críticas negativas, pero una vez más, ¿también lo enviamos a la guillotina o lo colgamos de la cruz del Gorbea?

En las horas y días siguientes se sucedieron los juicios en todos los lugares habidos y por haber, inocente o culpable, abusón o víctima, no faltaban los veredictos y las etiquetas.

Para mí, lo realmente importante sin que se llegue a quemar nada, es por qué la FIA no puso en observación al piloto después del grave accidente que sufrió en Australia, como dice José Tellaetxe en su entrada. El cruce de opiniones entre el piloto y el comentarista deberían haber quedado como algo anecdótico. Pero es lo que tienen las pasiones propias de nuestras fronteras. Este país arde por los cuatro costados por cualquier cosa en la que pueda haber bandos, somo capaces de defender a nuestros héroes como si nos fuera la vida en ello, situarlos en el olimpo de los dioses según los logros conseguidos o sino, a la mañana siguiente, ningunearlos y ponerlos a la altura del barro cuando defraudan nuestros sentimientos. Esto no ocurre sólo con Fernando Alonso ya que, por ejemplo, cuando se toca la Scuderia o a uno de sus ídolos actuales o del pasado las aficiones de este país se incendian igualmente. Al alto valor inflamable o de susceptibilidad de nuestras pasiones se unen los influencers de moda, periodistas y diversos medios que lejos de actuar como retardantes, toman parte en el veredicto, avivando más el incendio.

Y así, casi dos semanas después, el fuego sigue campando a sus anchas, no habrá nunca suficientes unidades de bomberos en el mundo entero para apagar los incendios que aquí se originan. No aprenderemos a pensar más veces con la cabeza fría que con el corazón o simplemente a pasar página cuando el debate no lleva a ningún lugar. Mientras tanto fuera de nuestras fronteras, se estarán riendo a carcajadas, ya que en unas ocasiones empiezan primero y en otras el pirómano está en casa.

Saludos.