viernes, 20 de noviembre de 2015

Sin tocar el bolsillo


¡Manda huevos! Nos queda Abu Dhabi y parece que sobra.

Se nos nota la prisa por extender el certificado de defunción de la campaña 2015 y publicar la estela a tal de tal y tal, mencionando aquello de que su esposo e hijos e hijas, y las respectivas hijas e hijos políticos. Y la madre del cordero, si el autobús es puntual y la vieja llega para el sepelio. Y los nietos y nietas, si los hubiera, y por supuesto también los amigos más afines. Todos, del primero al último, ruegan una oración por su alma y visten de negro riguroso, perfectamente dispuestos sobre la parrilla, esperando pacientes a que el semáforo rojo se apague definitivamente...

Las ilusiones de este año van a durar todavía unos días más, pero ahora, notablemente desgastadas. Y la verdad es que tengo muy claro que esto sea bueno o malo, o las dos cosas a la vez, o todo lo contrario. Hemos ganado en tranquilidad, es verdad. Los de la bratwurst ya no se meten con el alonsismo porque éste ha resultado mucho más épico que lo suyo, y porque a su pibe le está zurrando de lo lindo todo un tricampeón del mundo: Lewis Hamilton. Que ya se sabe: cuando el de Stevenage abre la boca, lo más más granado del periodismo británico se puede poner a hacer comparaciones y uno sabe cómo empiezan estas cosas, pero nunca dónde acaban.

Pero en todo caso, que es a lo que iba, el hoy de la montonera sigue desangrándose bajo toneladas de problemas económicos. Así y todo, los parias y desarrapados darán espectáculo en Yas Marina. Como han hecho siempre aunque Bernie los tenga agarrados por aquel sitio. Una vez más aunque esta vez valga sencillo y no doble, como la temporada pasada.

Las ganas de que acabe todo superan por goleada a las de disfrutar de una última carrera que como venía diciendo, suena a bis que no ha pedido nadie.

Hay que comenzar con los análisis de la temporada, con los infinitos pudo ser y no fue, con las promesas de Ferrari, con lo de que el año que viene va la buena. Con el consabido y nostálgico quedan potrocientos días para que todo comience de nuevo y descontando, que es gerundio.

Con las esperanzas enchufadas a la red eléctrica. En una palabra, puestas en un mañana de color de rosa que como nadie lo remedie, empezará y terminará como 2014 y 2015: en un terreno donde la igualdad estaba asegurada, pero sin embargo, nos termina regalando siempre un erial dominado de cabo a rabo por las flechas de plata de la entente anglo-germana.

Estoy contento aunque no lo parezca. Si no hace tanto era posible soñar con que cualquier piloto o cualquier escuadra nos ofreciera una sorpresa, de cara al horizonte cercano, disipa muchas dudas esto de que los equipos de mitad de parrilla y final de la misma, compitan con las manos atadas a la espalda y a la pata coja, porque la Fórmula 1 no es una ONG salvo para los equipos grandes. Luego, si eso, para 2017 lo arreglamos, pero sin tocar el bolsillo ni las pelotas, ¡eh?

Os leo.

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