No pretendo ser imparcial

Desde que abandoné las explicaciones técnicas porque me aburría una enormidad discutir con tipos con criterio que a la mínima me mandaban a pintar neumáticos o en el mejor de los casos, me explicaban de forma paternal que no es lo mismo enfatizar que sustantivar, me he refugiado en aquello de hacer de mi capa un sayo para evitarme innecesarios dolores de cabeza.

Hace relativamente poco, como narré aquí mismo, durante una tarde de sábado como otra cualquiera tuve la oportunidad de discutir de mecánica y aerodinámica con un ingeniero a quien una tercera persona que tiene más seguidores en Twitter que yo, le había dado pésimas referencias sobre mi pobre persona.

Si ya es chusco que en un mundo tan minúsculo como el nuestro haya alguien tan idiota como para andar repartiendo credenciales, más tontorrón resulta pensar que se me puede echar mano al respecto de algo sobre lo que suelo hablar casi a diario con gente que sabe más que yo pero que me respeta mientras sigo aprendiendo, por algo tan bobo como que no voy con el curriculum colgado del cuello. Hace un rato, por ejemplo, un amigo entrañable y quien os está escribiendo, nos hemos acercado juntos a esa cosa que se llama W05. Hemos hablado de torsiones y par motor, y por supuesto de aerodinámica. Confieso que ando algo pez con el tema de los julios, pero estoy seguro de que todo se andará…

Pero a lo que iba. Este tipo de conversaciones y debates los mantengo desde hace años. Sin ir más lejos, durante la comida que compartí hace dos con Juan (Pirat F1, uno de mis mejores maestros), charlamos largo y tendido sobre la capacidad de flexión de las superficies abiertas del RB8 y de la modulación de la downforce bajo su fondo plano.

Quiero decir con todo esto que llevo un buen terreno recorrido antes de ponerme a hablar, de manera que cuando en el Gran Premio de China 2012, Mark y Sebastian prueban dos configuraciones diferentes en sus respectivos RB8 y aunque obtiene mejores resultados el aussie, se elige como camino para explorar y evolucionar la que llevaba el alemán, me siento bien armado para señalar al hoy por hoy tetracampeón del mundo afirmando que es un niño mimado por la fortuna y su equipo.

Sumad a todo esto lo de Turquía 2010 o el cambio de alerones guachis en Silverstone de la misma temporada, o la manera sucia con la que Seb se despachó en Malasia del año pasado con el tipo que sacrificó un bien merecido campeonato (2010) para brindarle a él el primero de su historial. Qué queréis que os diga, un tipo que primero pide perdón por la felonía cometida y vuelve de vacaciones hecho un toro de lidia, no me merece ningún respeto. Lo tolero, sí, pero porque los números son los números.

Y aquí quería llegar, porque con Sebastian ni puñetera gracia que me hace ser imparcial. Milita en un equipo que acusa a mi Scuderia de ser falsaca y tramposa para a la postre portarse peor que ella, y si Michael llegó a hartarme en su etapa de dominio sobre la rossa, no veo por qué no ha podido hacerlo el de Heppenheim.

En todo caso, la última vez que me refería él en este blog fue para defenderlo, que conste. No, ni él se merece que le acusen de haber bajado la guardia por ser padre de una criatura.

Otra cosa es que entienda de sus flaquezas y me hiciera gracia que Niki Lauda, por otro lado digno representante de esa Fórmula 1 pura a la que me refería hace unos días, metiera al tetracampeón el dedo en la llaga, y es que a Seb se le ha olvidado currárselo sobre la pista y ahí es donde Dani realmente le está apretando las gomas.

¿No os gusta lo que escribí ayer? Pues lo siento, amigos, pero de Vettel hablaré largo y tendido después del Gran Premio de Gran Bretaña, no antes. Él tiene tiempo para defender sus títulos donde hay que hacerlo, sobre la pista, y yo para seguir siendo parcial porque me da la realísima gana. Sinceramente creo que como propuesta de pulso es bastante justa.

Os leo.

[Publicado en Diariomotor]