El aviso a navegantes que nos ha supuesto a todos comprobar
que Lotus ha optado por no enmascarar aerodinámicamente el feo escalón
en el morro de su E21, pone de relieve que la eficiencia sigue mandando
en la F1, incluso por encima de esa belleza inaccesible a la que aspiran
algunos.
Nuestro deporte es así: si algo funciona ahí se queda por muy feo que
sea, y en este sentido me apetecía matar la tarde recordando los ríos
de tinta que se originaron el año pasado por estas fechas, a cuenta del
bendito y antiestético cambio de altura que sufrían las noses de los vehículos, y que salvo en el McLaren MP4/27, afectó por igual a todos los vehículos de la parrilla.
Conviene recordar que a la hora de implementarlo, la FIA tiró del
consabido criterio de seguridad, argumentando que ante un choque
lateral, suponía un grave riesgo que la punta de la nariz del monoplaza
pudiera estar a la misma altura que la zona de protección del
habitáculo, y que por ello, se organizaba el morro a partir de 2012 en
base a mantener la misma altura de la parte delantera de la célula de
seguridad del cockpit, reduciendo a renglón seguido y
considerablemente, la de la naricilla en relación al asfalto,
provocando, lógicamente, un escalón…
Sin embargo, si la seguridad fuese un argumento válido y la razón de
todo el cambio normativo, habría bastado con obligar a los equipos a
situar más baja la parte delantera de sus monoplazas en todo su
conjunto, evitando de paso el escalón de los demonios… Pero era
demasiado sencillo.
Como desde mi humilde perspectiva sobre todo este asunto siempre ha
sobrevolado el tema de la flexibilidad de los alerones delanteros desde
que en Silverstone 2010 el RB6 demostrara que era capaz superar las
pruebas del máximo organismo y aún así seguir flexando, escribí hace
doce meses la entrada ¡Inútiles!,
en la que como todavía puede leerse, acusaba a la FIA de no tener
agallas para implicarse en la erradicación de los fenómenos de flexibilidad improbable
(ilegal a mi modo de ver) que seguían mostrándose en los vehículos, y
que alcanzaba su evidencia más palpable y notoria cuando podíamos ver
con nuestro propios ojos que la nose del RB8 de Vettel en Abu Dhabi, parecía literalmente de chicle.
Sea como fuere, el E21 de Lotus, presentado este lunes pasado, pone de relieve que las narices en espátula o en morro de pato, suponen una ventaja aerodinámica a la que al menos la de Enstone no quiere renunciar porque sus coches parezcan más guapos.
Obviamente todavía nos quedan por ver qué camino toman los otros diez
equipos que aún no han saltado a la arena, y en cierto modo, lo admito,
puede resultar precipitado que clame al cielo en ocasión tan temprana.
En todo caso, mañana veremos de qué pie cojea el MP4/28, y para la
semana que viene sabremos cuál es la tendencia que marcará la
temporada 2013. Y aunque aventuro que seguiremos disfrutando de morros
escalonados, lo importante al menos para mí, no reside en que supongan
una ventaja, como parece ser, sino que lo han sido también durante 2012.
Una, concretamente, que trazaba un atajo oficial sobre un terreno en
el que la FIA ya estaba avisada, y que porque ésta no ha sabido o no ha
querido resolverlo en tiempo y forma, se nos ha vendido como un matiz
antiestético originado por motivos de seguridad, pero que en su
sustancia resultaba un barra libre para todos que evitaba que
mirásemos de reojo a ese RB7 de 2011 que barrió del mapa a sus
rivales, sencillamente porque era ilegal a tenor del reglamento vigente.
2 comentarios:
Debo ser el único pero...me gusta el morro con escalón¡¡¡¡
A mi no me desagrada.
De hecho me encantó la primera vez que lo ví el año pasado.
Tonto de mi pensé que por fin alguien se atrevía a hacer algo nuevo. Alguien sacaba la imaginación a pasear y rompía moldes.
Pero luego ves que todos (casi) hacen lo mismo y uno se decepciona.
Tanto secretismo, tanta investigación parece paripé.
A lo mejor todos estudiaron en la misma universidad. O es que están tan limitados que solo hay una opción con un pequeño margen de maniobra.
Las dos opciones me parecen una pena.
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