domingo, 4 de septiembre de 2011

Flags of our fathers


Siguiendo con esta pequeña remesa de cosas que quise decir en agosto pero se quedaron en el cajón de los bocetos, toca hoy rescatar un asunto que me lleva a mal andar desde que estrené este blog, que cada cierto tiempo vuelve a rondarme la cabeza, y que cómo no, este mes pasado se desperezó con rabia adolescente para alterar de nuevo mis neuronas.

Me refiero al modelo, al coño modelo que sufrimos, que aunque lleva años señalando su caducidad, permanece inalterable hasta el punto de que parece que ni con agua caliente nos lo podemos quitar de encima.

Hablamos tantas veces sobre que hace tiempo que el deporte murió en todo esto que llamamos F1, en las entradas, en los comentarios, en las listas, en los foros, donde sea, que el negocio que aflora a cada paso se ha convertido en un colega tonto al que nadie se atreve a meter mano, y el caso es que como explotación es una birria porque tiene descontenta a buena parte del público objetivo que lo consume, por no decir a toda la panoplia de aficionados y profesionales afines que seguimos el rueda rueda.

Bastaría mirar a los lados para comprender que el camino emprendido por las tres efes (FIA, FOM y FOTA) sigue una derrota cuando menos bastante pardilla, porque en otros deportes profesionales, donde lo importante es la pela pura y dura, para que nos entendamos, el camino a seguir pasa inevitablemente por mantener más o menos la filosofía que dio pie al invento, o en su caso, por hacer con algo de cordura que se mantiene.

La lucha contra el dopping consiste precisamente en eso, lo mismo que la erradicación o el control de aquellos componentes artificiales (tejidos, fundamentalmente) que alteran en exceso el valor de la competición en atletismo y natación, por ejemplo. Los récords están bien, pero cuando devalúan lo que deberían enfatizar, hay que revisar qué está pasando y tomar cartas en el asunto, porque no hay nada peor que volver la espalda a lo que te da dinero.

Ahí tenemos, y bien cerquita, el universo hermano de las motos. En constante evolución, pero sobre las raíces que lo levantaron, y ofreciendo espectáculo a cascoporro...

Por contra, aquí tenemos una cosa bien diferente porque la pésima gestión que sufre el negocio ha hecho que parezca un pollo sin cabeza. Enarbolamos la tradición para afirmar que fuimos, pero somos una cagarruta pinchada a un palo. Se nos llena la boca con gestas y épica, pero anulamos cualquier atisbo de iniciativa. Afirmamos que somos la polla de Bedoya, pero nos mostramos cada día más y más aldeanos...

Nuestros padres (es retórica, disculpadme), levantaron lo bueno y malo de todo esto con sus manos, pero lo estamos dilapidando en mitad de una sangría. ¡Por Dios, que alguien lo pare!

4 comentarios:

Martín Caño dijo...

Si, Orroe, ni una coma que poner o quitar. Nuestros antepasados levantaron esto con sangre, y está devaluándose a pasos agigantados, víctima sin duda de no mirar al pasado y asentarlo todo sobre unas bases de tradición.

¿Quién lo para? Nosotros podemos poner nuestro granito de arena en la comunicación diaria con el aficionado. Y ese granito puede ser perfectamente una mirada al pasado de vez en cuando.

Enhorabuena por la entrada y la que creo es una acertadísima reflexión.

saludos

Jotaefe dijo...

La mención que haces del mundo de MotoGp se me hace dolorosamente acertada. Salvando las distancias 8que son inmensas) ellos hacen frente a cambios técnicos mucho mas radicales que en F1 sin que se produzcan los dramas que se sufren en la cosa nostra... por no mencionar que la integracion entre 125, Moto2 y MotoGP, como producto, está años luz de lo que esta siendo la GP2 para la F1.

Que si. Que es comparar peras y manzanas, sin duda. Pero que el producto de Carmelo , como producto, le da sietemil vueltas al producto de Bernie... se me hace indiscutible.

Txomin dijo...

Tan cierto como trágico.

Anónimo dijo...

La gran diferencia es que Carmelo es un tipo cabal y bienacido y Sir Bernie (desconozco si posee ese titulo y si desciende del pirata Drake, tambien conocido como Sir Francis) es un hijo de la perfida Albión, retoño de piratas y maleantes que modifica a su antojo las reglas para de forma artificiosa mantener el espectaculo en alza, o al menos esa es la escusa. Algo que siempre suelen hacer los que provienen de aquellas islas y la historia me remito.

Perdón de antemano por la rajada, al ver la relajación de Orroe me contagiado por simpatia.

El Piloto