lunes, 4 de enero de 2016

Stall


Regalaría gustoso mi colección de coches a escala 1/43, es un decir, por retirarme de todo esto habiendo visto cómo Nico Rosberg se corona campeón de mundo por primera vez.

Llamadme iluso si queréis, pero no dejaría de tener su gracia que se calzara la corona mundial un «sobrevalorado» de tomo y lomo como es el hijo de Keke. Los analistas y expertos entrarían en pérdida —stall, que diría Timoteo Briet—. Total, por una minucia, que diría aquél. Por insistir en valorar a los pilotos a pelo, o subestimar en este caso, cuando todo el mundo en el paddock coincide en decir que el peso específico de los conductores en el actual modelo de competición, ha perdido demasiados enteros en favor de los ingenieros.

Nico no es un superclase, o quizás sí. A mí me gusta y con eso me vale. He alcanzado con él un grado de empatía que ni sé a cuenta de qué viene ni adónde va. Me ha pasado con Adrian Newey, Jenson Button, Rubens Barrichello, mi Felipe y por supuesto, con Mark Webber. 

A veces sucede. Ocurre sin más, pero sabes desde ese momento que no conviene remover ni dar más vueltas al asunto. Estás ahí, al otro lado del televisor o de la pantalla del ordenador, y entiendes cosas que los demás no comprenden, como el bendito peso corporal de aussie como causa principal de su déficit de prestaciones con su compañero —que por cierto, hoy ha vuelto a salir a colación de Roberto Merhi y Will Stevens de la mano de ‪Mark‬ ‪Hughes‬—, o como aquel otro tema de la flexibilidad de alerón delantero del RB6 en Silverstone 2010, que suponía una ventaja [Secretos] aunque fue compartida con el vulgo dos años y unos meses después de mi publicación, concretamente en 2012 [Red Bull, ala flexible]...

Pero a lo que vamos. Confío en Nico aunque no sea yo la bruja Lola. También confío en Jackie Stewart, incluso cuando sospechó que algo raro pasaba en Monza 2014; y en David Brabham cuando explicó que Rosberg se estaba dejando pasar por Hamilton en el Suzuka que nos dejó sin Jules... 

Puedo errar en mis estimaciones —creo que lo hago siempre—, pero he dejado escrito esta temporada, y las suficientes veces, que Lewis estaba utilizando la renovación de su contrato con Brackley como chantaje para despegarse de su compañero, como para no sentirme profundamente ilusionado por las palabras de Toto Wolff al referirse a la del alemán el año que viene:

«Quiero ver cómo va la temporada. Hay áreas que pretendo desarrollar junto al equipo, y veremos cómo va...»

Lewis ha caído en su propia trampa. Ha abierto camino, y en un lenguaje que entienden Niki, Toto, Nico, y él mismo.

En la película Rush, alguien le dice a Teddy Mayer por teléfono, que si quiere un piloto que acabe carreras contrate a Jacky Ickx, pero si quiere ganar el Mundial, que contrate a James Hunt.

El hijo de Keke no es un superclase, o sí, pero ha cumplido y ahora reclama su parte con la ayuda de su escudería. Se nos llena la boca hablando de ositos y hombres de equipo, pero el más eficiente no abandona la etiqueta de sobrevalorado ni así gane tres carreras seguidas.

Nico se lo merece en un mundo en que los pilotos y las lealtades valen poco. Y sí, apuesto por él para este año. Sí me gustaría verlo en lo más alto, siquiera para compensar tanta estrella como nos ciega a diario.

Os leo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

A mí me parece que a Nico lo que le falta es "sangre", el rol de hombre de equipo no le ha ido muy bien, su compañero a pasado de las ordenes (o lo ha intentado) cuando le ha venido en gana. Espero que este año los dejen competir en igualdad y si Lewis es mejor ( y para mí lo és...) pues mala suerte, pero si Nico este año gana el mundial me alegraré, aunque estará desvirtuado por pedirle al equipo ayuda para hacerlo..


Saludos.