jueves, 14 de enero de 2016

Entrada sin título


No sé qué hacéis leyéndome aquí, insensatos. El bebé de Bescansas está mucho más atrás, en los textos que llevo a la espalda. ¿No os dijeron que contaminaba...? 

Recuerdo una entrada que hice sobre Pirelli y cómo un aficionado me interpeló en los comentarios reclamándome un poquito de por favor, como hacía Emilio en el descansillo de su portería. Se conoce que hablé bien de la fábrica italiana, si no de qué. Creo que le contesté sacando banderita blanca. Supongo que luego, reclamé para mí una de esas perezas que al final no sirven de nada.

Diego toma teta mientras Esperanza derrama lágrimas porque quiere tener vida propia, pasear con sus nietos y visitar más a su madre, no sé, esas cosas que argumentan con todo el decoro del mundo los que abandonan la política para no irse de ella jamás. El chiquillo eructa satisfecho en tanto que impecablemente vestidos, los héroes de nuestra vida hacen peinetas a quienes les silban o miran, tocan el timbre de la puerta giratoria o la campanita esa linda que hay en los parqués de las bolsas; o confirman nuestros peores temores diciendo: ¡volvería a hacerlo!

Todos dormimos en los brazos de nuestra madre. Que culpa tenemos, me digo, si en vez de nanas se han abierto los cielos para vomitar ¡que viene el lobo!

El lobo está aquí, entre nosotros, y desde hace mucho. No es nuevo, ningún lobo suelen serlo. Ni aquellos ni estos lo son. Lo que es fresco es el miedo.

Recuerdo haber hablado de Pirelli incluso cuando andaba por ahí Bridgestone. No es que sea la bruja Lola. A ver, como chamán siempre he hecho mis pinitos leyendo nubes, estrellas, volutas de humo o huesos sobre la arena, pero bruja Lola ni por asomo. Y el caso es ya empecé a señalar dónde íbamos desde que tuve conciencia de lo que realmente significaba ser proveedor único de compuestos para la Fórmula 1: trabajas para un patrón y a él te debes.

Hoy todo el orbe se queja de Pirelli salvo los expertos que la justifican por su capacidad de innovación, por su respuesta ante un reto mayúsculo como es servir a toda la parrilla, o por cualquier otra mandanga, en realidad da lo mismo. Pero las pruebas en contra se acumulan y a los pilotos se les tiene prohibido hablar de la milanesa.

Bernie habla bien de ella y además, viste de perlas incluso cuando va de sport. Es un tipo inteligente y suertudo. Si tiene frío, Putin le hace traer la rebequita. Si tiene calor, cualquier jeque que valga lo que su trono, hace que le acerquen un refresco para que se le pase la sed...

Siempre tiene alguien a mano para que su vida resulte un poco más cómoda que para el resto de los mortales. Ve tema en el reglamento propuesto para 2017, por ejemplo, y ahí va el proveedor único a poner los puntos sobre las íes a los equipos, en aras de que nadie se desmande. Se le muere el negocio al británico, y ahí va el proveedor único a confirmar con previsora antelación, que en 2016 «F1 to be more interesting than 2015.»

Todo sea porque el lobo de mentirijillas no aparezca mientras el de verdad, devora lo que queda de eso que llamábamos antes rivalidad y ahora denominamos tristeza.

Os leo.

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