Inevitablemente la F1 vuelve a caminar por los derroteros de antaño. Debe de estar en la sangre del engendro, porque si no, no hay quien entienda que haciendo apenas unos años que se decidiera minimizar los efectos de la aerodinámica sobre el comportamiento de los vehículos, ésta vuelva a mandar en ellos como si aquí no hubiese pasado nada.
Como siempre, sospecho que se cambiaron las cosas superficialmente para que el fondo siguiera siendo el mismo, pero intuyo que hay algo más porque no es normal que cuando se quiere erradicar algo, lo que sea, el resultado sea ese mismo algo elevado al cuadrado. No sé si me entendéis.
Si la aerodinámica era contraproducente para los intereses del deporte a finales de 2008, como nos vendieron, lo propio habría sido dejarse de leches y cortar por lo sano... Visto está que no ha sido posible, por lo que barrunto que el problema era otro y que los expertos asesores ejercían más de lo segundo que de lo primero, porque auscultar la realidad ha sido siempre una tarea compleja. Valorarla como Dios manda, todavía más.
No quiero entrar a catalogar el nivelazo de los supuestos zorros que tienen como misión cuidar del gallinero del paddock, aunque algo me dice que más bien son gallinas al cuidado de auténticos zorros, y que por eso pasa lo que está pasando.
El nivel entre los supervisores y los supervisados se me antoja pelín descompensado porque hay demasiada altura entre los segundos y demasiada ínfula entre los primeros. No resulta nada nuevo, la verdad, la FIA tienes estas cosas y así nos va, pero se añora un profundo replanteamiento de filosofía, o acaso, la simple aceptación humilde de que por el camino emprendido vamos a seguir dando vueltas como gilipuertas mientras esperamos a que suene la flauta por casualidad, porque los que llevan las riendas de la cosa técnica no tienen ni la preparación necesaria ni las agallas suficientes como para imponer un criterio que sea respetado por una plebe a la que no hay quien sujete.
¿Aerodinámica sí; aerodinámica no? A todas luces hay que plegarse a la evidencia de que la aerodinámica manda en la F1 aunque sus dictados extremos difícilmente sean utilizables en los coches de calle. Los escapesa apuntaban a lo alto hace unos meses, Adrian los hizo apuntar al suelo, como al parecer no se podía, y ahora todo quisque vuelve a trabajar con ese calcetín que huele a diablos, el de siempre, pero dado la vuelta. ¿Importa? Pues sinceramente debo afirmar que particularmente a mí no.
Como toda realidad, ante ésta sólo cabe aceptar que las cosas señalan a lo que señalan y que lo único que cabe hacer es asumirlo. La normativa propuesta para 2013 no parece ofrecer nada nuevo bajo el sol y va siendo hora de que Bernie Ecclestone vaya hablando con George Lucas para agenciarse 24 unidades de R2D2 con intención de que ayuden a los pilotos en la complicada tarea de conducir unos monoplazas que tarde o temprano acabarán pareciendo cazas con capacidad de surcar el espacio infinito, como unos X-Wing cualquiera.
2 comentarios:
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XDDDDD
Un besote
XDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDD ¡La madre que te parió, Concha! ¡Cómo mola XDDDDD!
Un besote, pero enorme ;)
Jose
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