Parece incuestionable: puesto que el mundo de la Resistencia ofrece un atractivo irresistible a buena parte de los componentes de nuestra actual parrilla de Fórmula 1, ya hay quien cree que la diáspora está asegurada y tarde o temprano el WEC (World Endurance Championship FIA) acabará fagocitando la Fórmula 1...
A ver, que en cuanto hay un atisbo de sombra sobre nuestro deporte, la prensa especialista, tan dada ella a estar al cabo de la calle y a buscar soluciones inmediatas, apunte directamente al corazón del WEC (World Endurance Championship FIA) para situar allí a éste o aquél piloto, no significa otra cosa que los medios, patrios o foráneos, que tanto da, en época de sequía tiran de cualquier cosa con tal de atraer lectores.
No digo que cuando el río suena no lleve agua, líbreme Dios, pero en casos muy puntuales, que por ahí tenemos a Nico Hulkenberg, flamante ganador de las 24 Horas de Le Mans 2015, marchitándose en Force India. Por no mencionar que Marc Gené hace años que no se curte el cuero frente a rivales en la máxima disciplina, a pesar de haber vencido en la gloriosa prueba francesa (2009), ser habitual del WEC, y militar en las filas de Ferrari como probador.
Tampoco pretendo echar un jarro de agua sobre nadie, pero la Resistencia y la Fórmula 1 son dos entornos deportivos diferentes.
Se dice de la primera que dejan correr a saco a los conductores sin que un soplagaitas les diga por el pinganillo que controlen el consumo de combustible o que pongan determinado mapa de ahorro de leds porque las pilas no aguantan. Cuentan que hay muy buen rollo, y que las ruedas funcionan de maravilla, y que nadie revisa a nadie la presión que ejercen sobre sus cuerpos los gayumbos, el sujetador o las bragas...
Ahora bien, lejos de leyendas urbanas, que abundar, abundan, la Resistencia es una disciplina muy jodida que está ganando adeptos, gracias fundamentalmente, a que asegura mejor el espectáculo que la F1, entre otras cosas, porque su calendario es infinitamente más racional que el nuestro.
En la actualidad lo componen nueve carreras. Ocho de ellas al sprint (duración de 6 horas) y como plato fuerte: las 24 Horas de Le Mans que se celebrarán dentro de unas semanas. Nueve episodios distintos, nueve citas, nueve retos, exigentes, complejos, en los que cabe esperar casi de todo porque entre uno y otro hay tiempo suficiente como para prepararse concienzudamente dentro de los estrechos márgenes que establece el reglamento para cada categoría.
Por si fuera poco, algo más de la mitad de las disputas se celebran sobre suelo sagrado: Silverstone, Spa-Francorchamps, La Sarthe, México y Fuji, y una más, mantiene su nombre mítico aunque fuese profanado en su momento por Hermann Tilke: Nürburgring.
Quiero decir con todo esto que también hay mucho de corazoncito tierno en eso de que la Fórmula 1 mire tanto hacia la Resistencia. Cualquier piloto que se precie de serlo quiere correr, o mejor dicho, quiere que le dejen correr incluso cobrando mucho menos que en los mundos de Bernie. Por tecnología, por exigencia, complejidad e impacto mediático, el WEC sigue siendo la salida natural a los quemados en F1, pero de momento, los mejores astados de la máxima disciplina siguen instalados en ella.
El día en que un campeón del mundo de F1 o un conductor que esté luchando por el Mundial dé el paso de competir también en el WEC, las cosas habrán cambiado radicalmente y entonces sí, entonces será incuestionable y será también, cuestión de hablarlo.
Os leo.
1 comentario:
Estoy de acuerdo contigo que el WEC da mejor espectáculo, pero lamentablemente no creo que vaya a tomar la audiencia perdida de la F1. El mismo televidente que puede ver hora y media (a lo sumo dos horas) de una carrera aburrida de F1, tal vez no vea un gran show de seis horas.
Si la F1 sintiera que el WEC le estuviera ganando algunos puntos, actuaría aunque más no fuera copiando algo de ellos. Desafortunadamente no creo que sea así.
Publicar un comentario