Ahora sí, los obispos y profetas de la Fórmula 1 han dado el banderazo de salida para que reguemos las macetas donde crecen nuestras esperanzas. Antes no. Antes, lo adecuado era decir que Fernando se había equivocado en su salida de Ferrari, que la historia de Honda y McLaren era una trampa para osos.
El Nano cobraba mucho y con eso resultaba bastante para comprenderlo todo. Se iba a retirar, o no. O iba a tomar un año sabático, o quién sabe. Me lo han dicho de buena tinta. Tengo contactos. Me codeo con lo mejorcito del paddock y hasta me hago fotos con personalidades...
Lo de las banderitas en lo nuestro tiene su tela y hasta podría servir como nutriente para un estudio sociológico. El ego, esa cosa viscosa que se acomoda a las circunstancias, que nos hace equiparar a Andrea Bocelli con Ramón Vargas, o si nos ponemos, con Jaume Aragall, Plácido Domingo, José Carreras, o el mismísimo Luciano Pavarotti, nos permite mentir durante una temporada completa para apostar a caballo ganador cuando no hay nada que jugarse.
Pero ahora sí, que es a lo que vamos. Ahora los idiotas somos los que hemos apretado el culo, las piernas y los dientes, desde marzo a noviembre pasados. Los que entendimos que cuando el de Oviedo nos decía que quien no aguantara el envite mejor haría en apagar el televisor, supimos que había que entonar más que nunca y más alto si cabe, el You'll never walk alone, además, cerrando filas a su alrededor.
Ha llovido lo suyo. Se nos va de entre los dedos de las manos este amargo 2015, pero no me arrepiento ni tanto así, de haber dejado escrito en julio de 2014: Nos van a partir la cara.
Nos la han partido. Entre trolls, haters y gentecilla varia, los seguidores del mejor piloto de la última década y media, hemos pasado las de Caín estos últimos dieciocho meses, como para tolerar ahora, que vengan algunos a pintar de rosa el horizonte.
Y es que la fe es otra cosa que apostar sobre seguro. Consiste en creer cuando no cree nadie. En saber que jamás tuvieron lugar, aquellas míticas reuniones entre Montezemolo, Alonso, su representante y uno del Santander, cuyas voces y gritos se oían desde la calle. ¿Desde qué calle? ¿Desde la de aquel que vive cerca de Michael Schumacher y haría de justificante perfecto para esa hostilidad que decía Antonio Lobato en su libro, que sintió cuando entrevistaba al Kaiser?
Hay que saber elegir las fuentes, y también los tiempos, sobre todo los tiempos. Venir en estos momentos con que ahora sí, no es más que un subirse a la burra, que diría mi difunto padre. Vale como banderita, pero veremos si aguanta si las cosas en la pretemporada que viene, no salen como aventuran los de las golosinas.
En todo caso, ya os digo que sea lo que sea que nos tenga reservado la fortuna para el futuro, ahí seguiremos los del You'll never walk alone, superando un nuevo crash-test sin saber jamás si será el último.
Os leo.
3 comentarios:
Me encanta leerte Jose!! y como siempre no puede estar mas de acuerdo contigo!!! el año que viene registraremos los agujeros para a ver cuanta gente se a metido dentro cuando no se les vuelva a ver para no tener que rectificar.... FELIZ AÑO NUEVO FENOMENO!!!!
!Muy feliz año Nuevo, Jose!!!, un abrazo!
Solos mellor que mal acompañados!!
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