La cosa se está poniendo chunga. El síntoma es claro: tenemos un vehículo que ha hecho 3 poles, 3 vueltas rápidas y 3 victorias, obteniendo además, 1 Grand Chelem
 y 2 dobletes en las 3 carreras celebradas, y todavía hay quien se 
pregunta si estamos ante un nuevo fenómeno como lo fueron el RB7 o el 
RB9, en vez de pedir que a quienes han parido este reglamento que 
acabamos de estrenar y ya promete cambios para el año que viene, los 
pasemos por la quilla o los colguemos de los pulgares de la verga del 
mayor.
Por fortuna, todavía no he cazado nada al respecto de que el W05 se 
parezca al MP4/4 de McLaren (lo ganó casi todo en 1988), pero al tiempo,
 que como la de Brackley siga en racha no nos quedará más remedio que 
derribar otro mito.
Y es que los mitos se viene abajo uno tras otro y sin que apenas nos demos cuenta. Hace bastante, una pole
 consagraba al piloto más rápido, pero tal y como caen ahora, el asunto 
de ser veloz como el rayo a una vuelta se ha quedado en un dato que en 
el fondo, apenas dice nada. Lo mismo ocurre con los Grand Chelem,
 que antes valían su peso en oro y había que trabajárselos para que 
afloraran de ciento en viento, pero que en la actualidad empiezan a 
parecer moscas ante el ataque del temido aerosol veraniego.
Caen los récords, los títulos, los méritos, la dificultad en los 
adelantamientos, la paciencia y la salud mental de los aficionados, y 
aún hay quien te mira mal por poner en solfa lo que sucede en los 
circuitos o pedir suma cautela ante cierto tipo de comparaciones entre 
pilotos de diferentes épocas.
La Fórmula 1 lleva tiempo devaluándose sin que la ayude nadie, y volvemos a tener la prueba delante de nuestros ojos.
A ver, toda esta gente que se reune tanto para justificar su sueldo y
 pensar en el espectáculo, empieza a dar muestras de estrés de 
materiales o de sequía de ideas, que tanto da, porque no es de recibo 
que después de la tunda que nos ha metido Newey estos años pasados, 
tengamos que soportar otro aparente dominio como el que está 
escenificando Mercedes con una normativa recién estrenada.
En el fondo no sé de qué me quejo. La mayoría de ingenieros tienen 
parecidos estudios y vienen de las mismas universidades y además, como 
les pasa a los políticos, llevan demasiado tiempo en sus respectivos 
cargos, y como el reglamento es cada vez más restrictivo porque no se 
fían unos de otros y las variables que intervienen en la competición son
 cada vez más escasas, lo normal es que a todos les salga casi la misma 
solución.
¿Alguien podría decirme dónde está situada la media de edad de las 
mentes pensantes de los departamentos de diseño de las escuderías? O 
mejor, ¿qué equipo ha apostado en los últimos años por un nuevo valor, uno de esos ingenieros que no están contaminados por el ambiente del paddock y tienen aún ideas vírgenes y frescas en su cabeza, quién sabe si con el título caliente bajo el brazo?
Gordon Murray se fregó en F1 con veintitantos, como John Barnard y 
Adrian Newey, o Rory Byrne. ¿Quién es el agraciado ahora con el regalo 
de diseñar un vehículo sin haber cumplido los 40?
Nos hacemos viejos, para todo, y la madurez tiene numerosas virtudes 
pero también bastantes inconvenientes, como por ejemplo, la pérdida de 
frescura. Si la alturas del deporte pintan canas y arrugas desde hace 
décadas, ni os cuento cuánto bastón habrá que comprar de aquí a unos 
años para que el tinglado siga en pie mientras sigue buscando el coño 
espectáculo.
No os aburro. El W05 es una máquina afinada y casi perfecta, pero no 
deja de ser el síntoma más altisonante de que seguimos yendo por un 
camino que apunta al aburrimiento como horizonte.

2 comentarios:
Pero entonces si todos los ingenieros se conocen y todo es aburrido y sin nuevas ideas y todos son viejos y unos grises... Debería haber más igualdad no? A mi no me molesta que Mercedes lo domine todo, me molesta que no lo conduzca el Nano...
Buenas noches ;)
Básicamente el asunto se circunscribe a que todos trabajan sobre lo mismo y quien acierta tiene el pleno.
Personalmente pienso que algo más de aire nuevo facilitaría las innovaciones y el encuentro de nuevos caminos, y es que la gerontocracia tiene muy poco que ver con el espectáculo tal cual lo entendemos.
Y en cuanto al Nano, no, no me gustaría verlo sobre un coche aplastante porque me aburriría como ya me provocó Michael, y me ha producido Sebastian...
Un abrazote ;)
Jose
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