Han pasado demasiadas cosas desde que hice out después del cumpleaños de Jero, y, a ver, ahora que se nos va octubre y pretendo reanimar Nürbu, me resulta complicado sintetizar todo un mes con sus treinta días y sus noches, en una parrafada sobre nuestra disciplina que tenga algo de sentido, escrita, además, a las tantas de la noche en la soledad del estudio y con la agradable compañía de un Macallan, así que toleradme que eche el ratito hablando de Roscoe.
Nuestro bulldog ha protagonizado algunas entradas del blog desde que era un cachorrillo y Hamilton decidió exponerlo a las luces de los focos, sirviéndome, ya entonces, para recalcar que una mascota nunca es responsable de las tonterías que hace su propietario; sólo por eso, creo, nuestro protagonista merece un respeto, y un cariñoso recordatorio, ya me entendéis.


