¡Si el malogrado Senna levantara la cabeza! ¿Lluvia? ¿Qué lluvia? El hijo de Anthony Hamilton ganaba su primer Montecarlo, y a pesar del bombo y el platillo desplegado, el triunfo era de opereta.
La vigente normativa del Safety Car está originando una excesiva aleatoriedad que malversa el contenido deportivo de la actual F1. Massa cerraba a su compañero Kimi en la salida y dejaba la puerta abierta para que el hijo de Anthony Hamilton encontrara un hueco que no había buscado, Kubica seguía la estela de Kimi que había quedado relegado a la tercera plaza. Así y todo, el brasileño lograba abrir una brecha de casi 12 segundos con sus inmediatos perseguidores que parecía insalvable (eran 30 con el hijo de Anthony Hamilton después de su accidente en la vuelta 6), pero que desapareció en cuanto el Safety Car hizo su primera aparición en la vuelta 8.
Dicho esto, el toque del hijo de Anthony Hamilton con la valla protectora y el consecuente y lógico cambio de estrategia (el año pasado las estrategias era inamovibles, al menos para Fernando) derivaron en una magnífica gestión de oportunidades por parte del británico, quien aprovechó de cabo a rabo su suerte (lo lamento, pero he tragado mucho con la suerte de Alonso como para pasárselo a éste), permitiéndole hacerse con la victoria bajo la lluvia. Miel sobre hojuelas: triunfo en Mónaco y sobre agua, ¿quién da más?
Sin embargo, la realidad me pareció otra. El hijo de Anthony Hamilton se aprovechó de la ausencia de los Ferrari, y ya huele que sólo despunte cuando los de Maranello desaparecen (Melbourne, Mónaco). Y es que la Scuderia erró en su planteamiento de carrera, primero penalizando de manera idiota a Kimi (fue castigado con un paso por el pit line porque sus neumáticos no estaban montados 3 minutos antes de la salida), y segundo porque no supo apoyar el esfuerzo de Massa, quien pagó caro un cambio de gomas inadecuado y fuera de tiempo, quedando por ello relegado al tercer puesto final, tras perder el primero en una inoportuna salida de pista en St. Devote con los zapatos recién puestos.
Kubica en su línea ascendente (¡joder con el polaco!). Segundo tras Massa desde casi el inicio, y segundo tras el hijo de Anthony Hamilton al final, rubricó una magnífica carrera en la que demostró saber estar y saber gestionar correctamente sus limitadas posibilidades en medio de un auténtico caos de chapa, lo que dice mucho de su cada vez más clara opción a ser considerado como asaltante al título de este año.
En la cruz de la moneda, un Alonso demasiado acelerado que vio comprometida su estrategia por un toque inoportuno en el mismo lugar en que chocaba el hijo de Anthony Hamilton con la valla, y que iba a sentenciar su resultado pues donde tenía previsto entrar una vez en boxes, tuvo que hacerlo tres veces consecutivas (una por el choque mencionado, la segunda por el habitual cambio de neumáticos y respostaje, y la tercera para cambiar de nuevo de neumáticos toda vez que la pista se iba secando), dilapidando con ello toda posibilidad de sacar partido a un R28 que a pesar de las apariencias ofrece unas prestaciones que tarde o temprano acabarán por dar los resultados deseados, ¡al tiempo!
Como colofón, faltando poco para que la carrera se diera por concluida (terminó en la vuelta 76 de las 78 previstas, habiéndose cumplido las 2 horas reglamentarias), un Raikonen zozobrante e intempestivo terminaba a la salida del túnel con las expectativas de Sutil, quien de no haber abandonado, habría firmado tal vez la mejor carrera de su trayectoria profesional. En fin, una pena.
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