domingo, 27 de noviembre de 2016

Rudolf Caracciola [Rudolf Caracciola]


Cuando empiezas a tomarte medianamente en serio todo esto, lo primero que haces como aficionado es buscar referencias. La actualidad está bien, pero sientes necesidad de ir confeccionando tu propio baúl de los recuerdos con imágenes, vídeos, películas, revistas y libros, que con el paso del tiempo se convierten en un montón abundante (a veces engorroso de manejar) de imágenes, vídeos, películas, revistas y libros.

A la llamada de este bucle melancólico no escapa nadie, y quien no haya caído todavía en él seguro que acaba haciéndolo. Y así, de entre las brumas de la memoria surgen nombres e historias que quieres atrapar como sea, porque, en el fondo, todos somos unos frikis de tomo y lomo. Cuando entreguemos la cuchara no seremos los más ricos del cementerio, pero seguro que somos los más felices.

En fin, Caratsch es uno de ellos, y puesto que ayer terminé de leer el texto que os estoy reseñando y Nico Rosberg se puede coronar hoy Campeón del Mundo en Yas Marina, qué mejor que abrir la mañana de este domingo hablando de la autobiografía de Rudolf Caracciola (Rudolf Caracciola. Titán del automovilismo; Macadán Ediciones, 2015), el hombre de la casa Mercedes-Benz, de la mítica estrella de tres puntas durante el periodo de entreguerras, un baluarte de excelencia sobre las pistas junto a la también alemana Auto Union.

El contenido del libro en realidad no es nuevo. Plaza & Janés pubicó una primera versión en 1965 titulada: Rudolf Caracciola. Mi mundo; vida de un piloto automovilístico, que es la que hemos leído la mayoría gracias a que un aficionado anónimo (hasta donde he podido llegar), se tomó la molestia de transcribirlo a Word para hacerlo asequible a todo el mundo —guardo una copia convenientemente encuadernada en canutillo.

En la nueva edición, la traducción corre a cargo de Antonio García-Gross y, como nos tiene acostumbrados Macadán, la factura y acabado del volumen es francamente buena, lo que supone un aliciente extra a la hora de embarcarse en la autobiografía de Caratsch, donde nos narra en primera persona una vida por y para el deporte en la que se significará como uno de los más grandes de todos los tiempos.

Sus inicios casi por una carambola del destino, sus primeras carreras, sus primeras victorias. Sus récords. Sus accidentes. Cómo quedó definitivamente cojo en uno de ellos pero aún así siguió corriendo. Su relación con Mercedes-Benz, con Alfred Neubauer, con Bernd Rosenmeyer, Tazio Nuvolari o Richard Seaman...

No os voy a destrozar la película. Ésta se lee rápido y, francamente, deja un gratísimo sabor de boca porque nos remonta a un mundo que no tiene absolutamente nada que ver con el nuestro. El piloto, la máquina, y en demasiadas ocasiones la muerte, solos sobre el asfalto desde que caía la bandera de inicio y comenzaba una aventura tan atractiva como incierta: la carrera, a veces entre bosques interminables, entre la niebla, a veces bajo auténticos diluvios...

Os leo.

1 comentario:

Ernesto Gonzalez dijo...

Jose, lo primero agradecer el detalle que tuviste al regalarme un ejemplar de la autobiografía de Rudolf Caracciola.

Una vez leído el libro es difícil no hacerse un seguidor de Caratsch, de los demás protagonistas que rodearon su vida y, ¿por qué no?, también de Mercedes-Benz. Decía que es difícil no convertirse en un fan de Caracciola, un magnífico piloto que tenía un sueño y dedicó su vida a cumplirlo mientras se jugaba el pescuezo en cada curva de los trazados en los que compitió. Ahora entiendo un poco, cuando en más de una entrada de este blog hablas de otros héroes del automovilismo. No es que los pilotos actuales o de épocas menos recientes no puedan ser considerados héroes pero nunca se podrán comparar, otras épocas, otros contextos. En aquella época Caracciola soñaba con ser piloto de carreras; y para cumplir su sueño se valió, entre otras, del dinero como una herramienta más. Hoy en día muchos jóvenes pilotos sueñan con llegar a la Formula 1, pero el negocio les usará a ellos y a sus sueños como una herramienta más para generar dinero. Es una opinión personal, no es una verdad absoluta, no se lo tomen a pecho.

Tengo claro que dentro de un tiempo volveré a releer este libro para intentar sacarle más partido; para volver a disfrutar de las andanzas de Rudolf Caracciola. Así que me sumo a la recomendación de Jose Tellaetxe sobre la autobiografía de Caratsch, a mí me dejó un muy buen sabor de boca.

Jose, una vez más, gracias.