La dura oposición en pista de los Peugeot 908 HDi FAP y los cambios previstos por ACO para la edición de 2009, obligaron a Audi a replantear su proyecto diésel TDI, de manera que en 2008 ya estaba a punto el sustituto del exitoso R10 TDI, que comenzaría a correr en al año siguiente bajo la denominación R15 TDI.
El R15 TDI no suponía una simple evolución del concepto manejado hasta ese instante sino un gigantesco paso adelante que iba a traer consigo algún que otro quebradero de cabeza. Los vehículos franceses estaban totalmente carenados y gozaban de cierta ventaja que ayudaba a paliar el ligero menor rendimiento del V12 francés con respecto al alemán, de manera que Audi se aplicó a mejorar el aspecto aerodinámico de su prototipo abierto, lo que acabó afectando al propulsor, que pasó a ser un V10 más pequeño de volumen externo y también de 5.5 Litros, lo que facilitaba el trabajo de la zaga y el difusor.