jueves, 14 de noviembre de 2024

El pecado


A ver, que no soy nadie... 

En el ramo he aceptado hace mucho el papel de hormiguita que nutre de alpiste a los halcones pero tampoco es que me vaya la vida en reclamar nada. Escribo por pasar el rato, por compartir y llevar la cuenta de todo (o casi todo) lo que me pasa por la cabeza, y allá los demás si ni me mencionan, básicamente porque yo no pienso cambiar.

Bueno, está el tema de Aston Martin y su palpable declive esta temporada, y me apetece echar el ratito en Nürbu recordando que Newey ha llegado a la de Silverstone para organizar su propio tinglado, es decir: para articular el equipo a su imagen y semejanza. Intuyo que no notaremos los progresos o retrocesos hasta 2026 —ya hemos hablado de ello, así que os ahorro repetir los pormenores—, y cualquier comentario en el ahora que nos toca vivir va a ser tan inútil como tratar de llenar de agua un cesto de mimbres.

Sale, o se cambia de cometido a Dan Fallows, y ya han saltado las alertas para definir un futuro tan negro como los cataplines de un grillo. Es cosa de la prensa, que no sabe vivir si no es a costa de sustitos flanderianos. Fernando fue claro en verano: el AMR24 estaba amortizado y tocaba centrase en el proyecto de 2025, que será la antesala del vehículo de 2026, motorizado por Honda.

Parece de chiste puntualizarlo, aunque, por lo que se ve, es lo que toca. La británica asalta la futura Normativa cambiando de proveedor de unidades de potencia, lo que no es un salto menor, y peor lo ponemos si sumamos a Adrian Newey a la ecuación.

Queda mucho trabajo por delante y los vendehumos las van a pasar putas, ya os lo aseguro. Pero esta noche me siento generoso y quiero advertir que hay que ser muy idiota, pero muy idiota, para ligar la presencia de Newey a lo que haga Alonso.

Ambos son astros en sus respectivos campos, pero la vida nunca es una línea recta terminada en flechita, ¡sólo faltaría! Adrian acaba de aterrizar y cae a cuenta del asturiano estar a la altura, y lo digo siendo consciente de que estas cosas suelen pasar desapercibidas incluso para los más entregaditos al ejercicio de crear falsas expectativas.

Os leo.

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