A mí no me tenéis que convencer [La amenaza del tiempo]. Llevo bastante oponiendo a Max y Lando en Nürbu como para que venga ahora a contaros milongas, y aunque considero que no conviene lanzar las campanas al vuelo pues quedan tres Grandes Premios y una Sprint, kilómetros suficientes como para que un inconveniente pueda dar un vuelco a la cosa, tampoco quiero dejar pasar la oportunidad de alegrarme a vuestro lado porque apuntamos hace meses al Norris que hemos visto esta tarde en Interlagos, y también al Verstappen que se ha enseñoreado de lo lindo en el trazado paulista.
El cabroncete del holandés ha hecho estos meses pasados lo único que podía hacer: aguantar, seguir siendo igual de exigente consigo mismo que siempre, y esperar su oportunidad, y es que a los niños les cuesta aceptar que la Fórmula 1 consiste en sufrir hasta atrapar entre los dedos ese milímetro cúbico de suerte que define la diferencia entre pilotos, a veces abismal.
Sí, hoy Verstappen ha gozado de cierta dosis de buena fortuna, si se puede decir así, pero estaba ahí para aprovecharla porque no todo consiste en salir en cabeza y llegar primero a la meta. Hay que leer adecuadamente la carrera, hay que mirar muy bien los pasos que se dan en pista, y, llegado el momento, hay que certificar por qué eres el mejor piloto de la actual parrilla, incluso en condiciones aparentemente adversas, o tal vez por eso.
En cuanto ha tenido aire limpio alrededor el RB20 dorsal número 1 ha volado, como de costumbre, pero porque en su habitáculo viaja un tipo con las ideas claras que no ha cometido ni un miserable error desde que ha ocupado la posición de privilegio. ¿Parece sencillo?, bueno, seguramente lo sea si te llamas Max Emilian y te apellidas Verstappen, quien desde Abu Dhabi 2021 no está siendo tratado como se merece por parte de esa prensa especialista que ha engordado innecesariamente a Lando Norris durante 2024 y os cuenta cuentos todas las noches para que conciliéis el sueño.
Aunque sí, hay que ser honesto, esta tarde también los de Sky Sports han inclinado la rodilla para aceptar lo evidente, a pesar de que sin duda ha ayudado que Hamilton haya terminado donde Brian perdió la sandalia, que a Russell sigan sin darle lo que por calidad merece, y que Norris continúe siendo ese chiquillo al que le faltan algunos hervores [El británico B].
Os leo.
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