Si no manejamos adecuadamente la perspectiva que nos aporta el paso del tiempo, podemos sacar la conclusión de que proyectos innovadores son consecuencia, y no causa, de modelos más famosos pero posteriores en la línea cronológica. Así las cosas, espero que cambie mucho vuestra percepción sobre el cacharrillo que traigo hoy a Nürbu, si os digo que fue plasmado cuatro años antes de que naciera el Lamborghini Countach, por ejemplo.
Ahora que hemos visitado recientemente las 24 Horas de Le Mans de 1970 y 1971 [La primera de Porsche, 1970 (#24LeMans 38)] y [Días de Trueno, 1971 (#24LeMans 39)], podemos encajar mejor el Ferrari Modulo o Modulo Pininfarina —pronunciado «módulo», con acento tónico en la primera sílaba—, porque, dentro del marco de estrecha colaboración que mantenían entonces, Enzo Ferrari cedió a Carozzeria Pininfarina dos chasis de los veinticinco 512S necesarios para la homologación del vehículo de carreras en el WSC (World Sportscar Championship), lo que daría lugar a dos concept cars: el Ferrari 512S Berlinetta Speciale de 1969 y el Modulo de 1970.
Bien, con sus 93'5 centímetros de altura, el Modulo sobresalía como extremadamente plano para los cánones de la época debido al resto de sus dimensiones: 2'04 de anchura por 4'48 de longitud, necesarias para dar respuesta a las soluciones de habitabilidad, visibilidad y seguridad, seña de identidad de la casa del diseñador turinés.
A pesar de que puede llegar a parecer lo contrario, Pininfarina no exploraba en solitario este tipo de visiones a futuro basadas en formas acuñadas sobre planteamientos de competición. Bertone, firmante del Countach para Lamborghini, ya había hecho prospecciones en este campo, como el 33 Carabo de 1968 para Alfa Romeo, o las estaba haciendo con el Stratos Zero de 1970 para Lancia. Giugiaro esbozaba ese mismo año sus ideas al respecto en el Boomerang de Maserati, pero, en líneas generales, podemos decir que la selecta clientela de las firmas de grandes deportivos todavía no estaba preparada para este tipo de aventuras y prefería entonces coches bellos y potentes, pero un poco más convencionales.
En este sentido, el Modulo no llega ni pronto ni tarde, sino que responde a una inquietud de la industria del automóvil, que da muestras de querer encauzarse a través de diseños más agresivos que tarde o temprano acabarán rodando entre vehículos con formas menos arriesgadas.
Ese momento surge a mediados de los setenta del siglo pasado y la mayoría de expertos coincide en que es el Lamborghini Countach quien lo marca en 1974, aunque, como estamos viendo, en el fondo es el resultado del esfuerzo realizado años antes por diferentes estilistas, entre los que se encuentra Paolo Martin, quien, trabajando para Bautista «Pinin» Farina, plantea sobre una bestia parda como el 512S de Ferrari, una carrocería envolvente de bajo coeficiente de penetración en el aire, cuyo interior daba respuesta a las necesidades ergonómicas de aquel tiempo, que se cerraba con un techo deslizable hacia adelante que suponía también la apertura y cierre de las puertas.
Sólo se produjo una unidad del Modulo Pininfarina y fue presentada en el Salón del Automóvil de Ginebra de 1970 pintada de blanco con ribetes rojos. En 1971 cambió su decoración por un azabache azulado dominante, que es el modelo que que hoy comparto con vosotros. Una realización a escala 1/43 del fabricante italiano RedLine, que cuenta con una delicada manufactura, una alucinante cantidad de detalles y, en consecuencia, goza de un elevado precio.
Os leo.
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