Llegamos a Bakú, un circuito por el que no siente mayor aprecio, y podemos ir dando por zanjada la pretemporada oficial del campeonato F1 de este año, que, recordaréis, comenzaba con unos entrenamientos de chichinabo ya que, en términos operativos, 2021 ofrecía suficientes novedades como para haberse tomado más en serio la cosa de permitir entrenar y acumular kilómetros e información, tanto para máquimas como pilotos.
En fin, el consabido cambio de la configuración del fondo plano ha trastocado eso que denominamos downforce y no resulta idéntico en todos los coches, ni afecta igual a unos y otros, y a ello se ha sumado que Pirelli ha endurecido la carcasa de sus ruedas con el fin de que soporten mejor los rigores de esta campaña previa a la normativa 2022...
No parece muy razonable. Los coches son cada vez más complejos y tres miserables jornadas se antoja tiempo muy insuficiente como para explorar las posibilidades y que los conductores se hagan a la nueva herramienta, pero es lo que quiere la banca.
El caso es que llevamos muchas temporadas así: compensando en el calendario oficial lo que debería haber entrado en una pretemporada como Dios manda, y aunque haya todavía mucha gente que no encaja del todo esta realidad, a partir de Azerbaiyán y Francia comenzará a ser apropiado hablar de dónde empieza a estar cada cual. Obviamente Red Bull y Mercedes AMG no encajan en esta ecuación, van sobradísimos y ya se nota.
Os leo.
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