Hélio Castroneves se diponía a ganar su cuarto Borg-Warner Trophy, pero imagino que ni él lo sabía cuando sonó «Ladies and gentlemen, start your engines» por la megafonia.
El brasileño partía desde la octava posición (penúltimo en el Fast Nine), y aunque la plaza no era mala, ya que estar en la tercera línea de parrilla en el Indianapolis Motor Speedway nunca es malo, las 500 Millas son una carrera tan especial que no hay nada seguro ni descartable. Scott Dixon arrancaba desde la pole, acompañado por Colton Herta y Rinus Veekay, Àlex Palou ocupaba el sexto lugar, Pato O'War el décimo, y, protagonizando la anécdota reseñable, Will Power, ganador de la Indy 500 de 2018, salía por delante de Simona De Silvestro tras haber conseguido billete en el Bump Day.
Como ya sucediera el año pasado, la implicación del Aeroscreen en la aerodinámica de los Indy amenazó con convertir a carrera en una vistosa procesión de coches de colorines. En realidad, la solución de seguridad complica el rebufo indispensable en este tipo de carreras, es cierto, pero el primer relevo en las 500 Millas nunca es un espacio apropiado para tomar demasiados riesgos, de manera que la cita discurrió siguiendo el guión pero de forma un poco exasperante para mi gusto.
Dicho esto, sobre el giro 29 se abrió el baile en garajes. Veekay y Herta entraron en el 31 dejando a Dixon en cabeza seguido de Alexander Rossi, pero Stefan Wilson perdía el control de su Andretti prácticamente entrando boxes, con tan mala fortuna que lo estrelló contra el muro divisorio, lo que originó el cierre de pits y que Dirección de Carrera decretara el primer caution de la jornada. Dixon y Rossi estaban vendidos en ese instante, con poco combustible debieron esperar a repostar y para cuando salieron de nuevo a pista acumulaban una vuelta de retraso con respecto a Rinus Veekay, que mantenía el liderato.
Conor Daly no se lo pensó dos veces. Con un lobo menos delante (Dixon) apretó al holandés de Ed Carpenter y superó a Veekay, fiesta a la que se sumaron O'Ward y Castroneves, con Palou en la quinta plaza. El segundo stint cobró alegría con la incorporación de Hunter-Reay al lío en la punta y, obviamente, resultó infinitamente más entretenido que el primero. Sobre la 102 se incrementaba el movimiento de mecánicos en los pits pero tardaríamos dos giros más en ver entrar a Veekay y Daly, que dejaban así a Pato como líder.
Los cambios de gomas y repuesto de combustible a mitad de carrera fueron bastante limpios. Hasta ese momento únicamente había abandonado Wilson, pero en la 118 Graham Rahal pierde la rueda trasera izquierda de su coche y golpea el muro, ocasionando de rondón que Daly se vea afectado al comerse el neumático. Dirección de Carrera decreta la segunda amarilla de la tarde. Palou es el líder en ese instante.
El reinico en la 126 trae como novedad una mayor agresividad por parte de O'Ward y Castroneves. Con la vista puesta en retrasar lo máximo el tercer paso por boxes y optimizar así el último relevo. La lucha delante es encarnizada y ya nos ha hecho olvidar las 50 vueltas iniciales. Àlex Palou lideraba seguido por Patricio O'Ward, pero Hélio Castroneves los adelantaba faltando 31 giros para el final. Último paso por garajes y a la salida los tres luchan por la cuarta plaza mientras esperan que el camino quede libre delante.
El piloto español tira como un demonio pero Castroneves se acerca a él y en la 193 consuma el adelantamiento que lo llevará a la victoria. Detrás, Pato tiene que ceder en los últimos metros la tercera plaza a un Simon Pagenaud desatado que por nada del mundo quería perderse el tercer cajón del podio.
Hélio Castroneves, Àlex Palou, Simon Pagenaud, Pato O'Ward y Ed Carpenter, firman el Top Five de la 105ª edición de las 500 Millas de Indianápolis, con Juancho Montoya en la nona posición después de haber partido vigésimo cuarto.
Os leo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario