Nos acercamos a las 24 Horas de Le Mans y hay tantas cosas de qué hablar, que tocar, que el mundo se me ha hecho pequeño. Me he levantado con una sonrisa en los labios por el buen dormir, porque el primer café me ha salido de cine, y porque hay cosas que no cambian, como que los terraplanistas anden barajando la posibilidad de que yo esté detrás del troll que le ha salido a un memo arrogante en redes sociales.
Mi vida tiene de ancho lo que dan mis brazos puestos en cruz, de punta de dedo corazón a punta de dedo corazón, no más, y anda que no tengo entretenimiento diario como para desperdiciar minutaje y energías ayudando a que el aludido se termine ahogando en su propia bilis.
Llegan las 24 Horas en apenas nueve días, decía, y lo que antaño eran lecciones sobre la importancia de esta prueba y el mal que hacía el alonsismo acercándose a ella porque la disputaba el Nano, se ha tornado espeso silencio porque nuestros pagafantas tampoco saben muy bien qué hacer si no corre el asturiano. Escupe arriba, escupe arriba, que tarde o temprano te acabará cayendo el salibazo. Era cuestion de esperar y eso te lo da ser viejo. La chavalería pretende que otros hagan los deberes mientras se quejan siempre de lo mismo: Lobato no ha sabido hacer afición. Entretanto, guardan fuerzas por si algún día las necesitan, que lo de influencer es un trabajo duro, y si no, que se lo pregunten a Hamilton, que el domingo no encontró hueco ni para personarse en el homenaje al Black Live Matter.
Os leo.
Os leo.
Imposible. El parodia carece del arsenal de recursos discursivos que te caracteriza.
ResponderEliminarQuien te conozca, se dará cuenta de ello al instante.
No eres tú, aunque reconozco alquilaría un balcón para contemplar mejor semejante espectáculo, jajaja!
Respecto de Hamilton, está muy liado con su focus group ensayando un nuevo postureo.
ResponderEliminarEl "Descenso del Héroe", rodilla y puño en tierra para luego incorporarse, y hacer un black Panter. Wakanda Forever!
Mientras observa al horizonte, se pierde dentro de su X44 eléctrico, para ir a controlar a sus pálidos curreles montarle el barco ecológico ése.
La última esperanza de la humanidad.