El jamacuco adyacente

El asunto iba tan bien, a decir de algunos, que la actualidad no para de regalarnos sustos que podrían empezar a medirse en la escala de Richter, seguramente porque la deriva de la Fórmula 1 estos últimos años ha sido cualquier cosa menos normal. Ya sabéis, un negocio que no cuida de sus socios ni de su público potencial está llamado a ser historia más pronto que tarde, y es así por mucho que los estiraditos se empeñen en establecer comparaciones con etapas de nuestro deporte que soportaban menos exigencias y, a cambio, ofrecían toneladas de show por centímetro cuadrado.

No me voy a entretener escribiendo sobre lo que he dicho innumerables veces. Si soy honesto, apuntaré que empecé a hablar del modelo de Bernie en términos de arterioesclerótico, fracasado o colapsado, como gusten ustedes, casi al poco de abrir el blog en agosto de 2007, que se dice pronto. 

Y es que se veía venir. Sí, se veía venir a pesar de los que llaman agoreros a quienes hemos criticado esto mismo, luego se lían la manta a la cabeza, se van a los noventa del siglo pasado, y nos cuentan con reverdecidos aromas a Heno de Pravia que sus apreciaciones sobre 2020 son realistas porque conocen el percal. ¡Sí por mis avellanitas!

La familia Williams ha terminado vendiendo la escudería y la familia Ojjeh ha puesto a la venta el buque insignia de McLaren, el MTC (McLaren Technology Centre), y aunque la que fundó Bruce se mantenga en su sede de Woking porque alquilará las instalaciones, ambos acaecidos no dejan de ser síntomas de lo bien que se han hecho las cosas con Bernie y sin él. Y aquí encaja perfectamente recordar que el que no va a pasar apuros es Ecclestone, sin duda. Su fortuna personal se ha tasado recientemente en 3.300 millones de Libras Esterlinas, que podrían sobrepasar holgadamente los 4.500 contando lo que oculta su ingeriería fiscal.

Os leo.