El no de Michelin me ha pillado a contrapelo porque no imaginaba que la FIA, los equipos y Liberty, iban a estar jugando a estas alturas al mismo trile de siempre.
Hay por delante una golosa oportunidad que permitiría reordenar las fuerzas de la parrilla, pero las señales que nos llegan desde el paddock apuntan a que se va a desaprovechar.
La primera nos la dieron en la frente a comienzos de julio pasado, cuando supimos que las unidades de potencia se mantenían tal cual a partir de 2021 porque ni a Porsche ni a Cosworth ni a Aston Martin les salía a cuenta participar en la Fórmula 1, lo que en cristiano significa que los integrantes del selecto Club de la F1 debieron poner las cosas bastante chungas a los interesados. Conseguido que entrar no resulte nada atractivo, para ningún candidato, el resto suponía casi coser y cantar porque, ¿para qué se van a acometer nuevos gastos si se puede tirar con lo que tenemos?
Pasando por alto que, en líneas generales, parte de las razones del no de la francesa son básicamente las mismas que esgrimió Bridgestone para anunciar que se piraba en 2010, lo que me resulta más curioso de todo es que, por lo que se ve, a nuestra actividad le sigue interesando mirarse el ombligo en vez de aprovecharse de la experiencia y filosofía de trabajo que aportaría la sangre nueva.
Que no es por nada, pero junto a Porsche, Aston Martin y Cosworth, Michelin es el cuarto posible participante (que sepamos) al que le tira para atrás el olor a cerrado de la Fórmula 1, aunque también podría ser que ninguno de ellos hubiese visto lo apañadito que va a quedar nuestro deporte según nos contó Ross Brawn [Habemus car].
Os leo.
Dicho y hecho, las unidades de potencia van a ser las mismas y seguramente los fabricantes también, y como el escenario resulta tan idílico pues a lo mejor no se cambia nada hasta 2023, y atentos a este dato porque bajo mi humilde punto de vista, en él radica el meollo de la cuestión del no de Michelin.
Se prevé un cambio a llantas de 18 pulgadas, algo que había solicitado la francesa, pero como en 2020 todavía se seguirán utilizando las de 13 actuales, de ganar el concurso, Michelin tendría obligación de cumplir con este requisito y por ahí ha dicho que no pasa, y es que a ver, como apuntábamos más arriba, lo de la nueva normativa iba para 2021 pero muy podría ponerse en 2023, y claro, la de Clermont-Ferrand no quiere trabajar en este escenario ni por uno ni mucho menos por cuatro años.
La pieza que falta también es sencilla de comprender. FIA, Liberty y los equipos, pretenden seguir abusando de que el deporte dependa del rendimiento de las gomas y que sea éste el que porporcione el show, o como lo denomina la gala en su carta: «el deterioro del rendimiento como parte del espectáculo.» Y, obviamente, a Michelin no le renta porque busca una gestión eficiente de los recursos y el máximo respeto por la tecnología de neumático sostenible (sic), o lo que es lo mismo: no está por la labor de poner en riesgo su crédito y su buen nombre, jugando a lo que quieren los de la máxima expresión del automovilismo deportivo.
Que no es por nada, pero junto a Porsche, Aston Martin y Cosworth, Michelin es el cuarto posible participante (que sepamos) al que le tira para atrás el olor a cerrado de la Fórmula 1, aunque también podría ser que ninguno de ellos hubiese visto lo apañadito que va a quedar nuestro deporte según nos contó Ross Brawn [Habemus car].
Os leo.
A mí me gustaba la Fórmula 1 porque era la máxima expresión de la tecnología y la competitividad automovilística; pero como dices, ya no lo es y no se espera que lo vuelva a ser, ni con Liberty ni con el sursum corda. Así que pondré mi interés en otras competiciones al igual que Alonso y posiblemente Wehrlein y Ocón también, talentos incomprensiblemente desaprovechados que están siendo tentados por los americanos. De modo que a esta idiotez aburrida y casposa deseo no le quiten ese florido tapón introducido tiempo ha en el ojete y dejemos que muera intoxicada entre sus propias heces.
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