La feria de las vanidades

Me he pasado toda la tarde diciendo para mis adentros: no peques, no peques... Y mira por dónde, después de entregar una cosilla que hace falta para mañana en la Feria de Durango (Durangoko Azoka), me han entrado unas ganas irrefrenables de pecar.

Tocaba hablar de Williams, pero vamos a hablar de Mercedes AMG, concretamente de la se ha montado en Brackley y en el paddock entero a cuenta de la retirada de Nico Rosberg. Situación que ha pillado a todo el mundo con el culo al aire —repetidlo hasta que se os meta en la cabeza, cuantas veces haga falta—, incluso a aquellos que alardean de tener buenos contactos y gargantas profundas que escuchaban psicofonías. Todo eso que llamamos «medios» ha quedado retratado. No hay más, corazones. Estamos solos en esto, como seguramente lo hemos estado siempre en tantos y tantos asuntos que no han sido ni la mitad de cantosos.

Bien, establecido el marco, os diré primero que considero que el BND debe andar ahora mismo intentando contratar al hijo de Keke porque a mantener la boca cerrada no le gana nadie y un servicio secreto que se precie de ser llamado así, debe contar al menos con un hombre en quien confiar. En segundo lugar os confesaré que si siempre me ha molado hacer de periodista serio, hoy pagaría con el brazo con que dibujo por ver cumplido mi sueño en una noche como éstas en las que los ansiolíticos andan en modo «barra libre» por las redacciones. Y en tercero, os recomendaría que no os toméis muy en serio lo que está sucediendo porque corréis el riesgo de no llegar enteros a la cena de Navidad.

El problema de Brackley es de bigotes, pero no porque no haya conductores a la altura de Lewis Hamilton, sino porque se ha ido el piloto que curraba cuando al proyecto 2017 falta afinarlo para que chute como el de 2014, 2015 y 2016.

Y no me miréis así, ¡caramba! Si tienes dos hombres con un mismo o parecido volante, a mismo coche, se entiende, y uno lleva aprendido lo que tiene que hacer y al otro le da por amenazar a su ingeniero de pista con que toca todos los botones como no le informe por radio de cuál es el correcto, si yo fuese jefe de equipo sufriría de palpitaciones si Nico me dice que lo deja.

Rosberg era el que cambiaba de reparto de frenada varias veces en una misma vuelta, optimizando la herramienta, sus prestaciones, pero es Hamilton el que se queda, el que con un par de cambios tenía suficiente porque a machote no le gana nadie y si algo no funciona, con echarle el muerto al community manager, a los mecánicos o al equipo, tiene más que suficiente porque el resto del trabajo lo hará una prensa mamporrera y pagafantas, que, estos días, por cierto, no sabe hablar de otra cosa que de la enorme presión que tendrá que soportar el candidato a ser pelele de Lewis.

Pero por suerte ya somos mayorcitos y nuestro criterio vale ahora quintales. Un monoplaza lleva mucho trabajo que no se ve, y aquí, creo honestamente, sería donde deberíamos poner el foco para entender que Toto, Niki, Aldo, Paddy y herr doktor Zetsche, llevan varias noches en vela y sudando tinta china.

Y no es por nada, pero hace relativamente poco había trascendido que en Brackley estaban hasta las pelotas de Lewis, incluso se barajó la posibilidad de que la anglo-germana podría pasar olímpicamente del culo del británico. Pues bien, en la tómbola les ha tocado un Hamilton y un W08 sin afinar.

Ahora, si tenéis redaños, echad las cuentas.

Os leo.