Veníamos diciendo que a don Sergio Marchionne le hacía falta un cursillo rápido para entender de qué va la Fórmula 1 y qué papel juega Ferrari en ella, pero tras leer sus declaraciones al diario La Reppublica el otro día y el superlativo, rimbombante y hueco: «Si estuviéramos por delante, a Mercedes le costaría mucho adelantarnos» de hoy, tengo la sensación de que no queda mucho más tiempo que perder y que lo mismo daría si son Epi y Blas los encargados de impartirlo.
No es por comparar, que también, pero Luca Cordero di Montezemolo sí que sabía salir airoso de estas situaciones.
Él, que había sabido llevar a La Scuderia a lo más alto y había sufrido, también, momentos para olvidar, toreaba a la prensa con contrastada habilidad, no habiendo en el mundo conocido, jardín propio o ajeno, del que no supiese salir airoso.
Luca era capaz de admitir los errores de la mítica vendiéndolos como si fuesen victorias, dejando siempre puertas y ventanas abiertas a la esperanza, lo que con suerte despejaba el horizonte para continuar metiendo la pata pero con la cabeza bien alta. Marchionne, sin embargo, cada vez que habla de Fórmula 1 da la sensación de seguir cavando una tumba a la que quiere llevar consigo a todos los tifosi. Pero yo, como tifoso oveja negra —qué sería de las grandes familias sin un Brick Pollitt en sus filas—, no quiero ir con él. No, no, jamás, como no daría un paso siguiendo a mi suegra...
Ayer conmemorábamos el trigésimo cuarto aniversario de la desaparición de aquel pequeño canadiense que me hizo retorcer de dolor un 8 de mayo de 1982. Hoy estoy escuchando la pista Family de Assassin's Creed Syndicate.
Lo que son las cosas: Gilles era sincero porque ser sincero en la pista y fuera de ella era sinónimo de ser Scuderia antes del 14 de agosto de 1988. Después, todo cambió...
«Este coche es una mierda, pierdo el tiempo pero lo conduciré… Durante todo el día. Haré trompos, lo estamparé contra las protecciones, sacaré de él todo lo que usted me pida porque ése es mi trabajo. Simplemente le digo que no somos competitivos.»
Habla Villeneuve y Enzo Ferrari escucha y asiente tras sus gafas oscuras.
Podría ser Fernando confesándose ante Montezemolo cuando en la de Il Cavallino no reinaban los ositos de peluche, ni Marchionne. También es verdad que podría ser Michael...
Pero los mitos se gastan y hay quien llega a ellos cuando se han desgastado de tanto aguantar temporales. Y los conoce de oídas y no distingue cuándo Il Commendatore o Luca llevaban la procesión por dentro y defendían lo indefendible porque como en el caso del coronel Hal Moore, sus botas eran las que primero pisaban el barro del frente de batalla y la últimas que lo abandonaban. Ni un hombre dejado a su suerte, ni uno olvidado en territorio enemigo.
Resulta complicado explicar qué es Ferrari en la actualidad, menos con las chorradas de Marchionne sobre la mesa.
La italiana es una más de las escuderías que compiten en el Mundial. Siempre ha sido así. Pero antes de que los workshops británicos reclamaran su sitio, Ferrari ya era un garajista que se había jugado los cuartos con las grandes marcas tratándolas de tú a tú. La Targa, Le Mans, la Mille Miglia... Vencer o morir sobre el asfalto. Vencer o doblar la rodilla. Vencer o asumir que otra vez será... Ferrari y el resto, desde que este campeonato se llama Mundial de Fórmula 1...
Así no, Sergio. Ferrari no pide paso ni favores, ni hace conjeturas. Grita forza! porque si es Ferrari es rápida y si claudica por la razón que sea, espera de sus jefes que den un paso al frente para abrir la siguiente ventana o puerta a través de las cuales mirar el futuro con esperanza. Así es la rossa...
No somos competitivos, pero lo intentaré porque ése es mi trabajo...
Os leo.
Luca era capaz de admitir los errores de la mítica vendiéndolos como si fuesen victorias, dejando siempre puertas y ventanas abiertas a la esperanza, lo que con suerte despejaba el horizonte para continuar metiendo la pata pero con la cabeza bien alta. Marchionne, sin embargo, cada vez que habla de Fórmula 1 da la sensación de seguir cavando una tumba a la que quiere llevar consigo a todos los tifosi. Pero yo, como tifoso oveja negra —qué sería de las grandes familias sin un Brick Pollitt en sus filas—, no quiero ir con él. No, no, jamás, como no daría un paso siguiendo a mi suegra...
Ayer conmemorábamos el trigésimo cuarto aniversario de la desaparición de aquel pequeño canadiense que me hizo retorcer de dolor un 8 de mayo de 1982. Hoy estoy escuchando la pista Family de Assassin's Creed Syndicate.
Lo que son las cosas: Gilles era sincero porque ser sincero en la pista y fuera de ella era sinónimo de ser Scuderia antes del 14 de agosto de 1988. Después, todo cambió...
«Este coche es una mierda, pierdo el tiempo pero lo conduciré… Durante todo el día. Haré trompos, lo estamparé contra las protecciones, sacaré de él todo lo que usted me pida porque ése es mi trabajo. Simplemente le digo que no somos competitivos.»
Habla Villeneuve y Enzo Ferrari escucha y asiente tras sus gafas oscuras.
Podría ser Fernando confesándose ante Montezemolo cuando en la de Il Cavallino no reinaban los ositos de peluche, ni Marchionne. También es verdad que podría ser Michael...
Pero los mitos se gastan y hay quien llega a ellos cuando se han desgastado de tanto aguantar temporales. Y los conoce de oídas y no distingue cuándo Il Commendatore o Luca llevaban la procesión por dentro y defendían lo indefendible porque como en el caso del coronel Hal Moore, sus botas eran las que primero pisaban el barro del frente de batalla y la últimas que lo abandonaban. Ni un hombre dejado a su suerte, ni uno olvidado en territorio enemigo.
Resulta complicado explicar qué es Ferrari en la actualidad, menos con las chorradas de Marchionne sobre la mesa.
La italiana es una más de las escuderías que compiten en el Mundial. Siempre ha sido así. Pero antes de que los workshops británicos reclamaran su sitio, Ferrari ya era un garajista que se había jugado los cuartos con las grandes marcas tratándolas de tú a tú. La Targa, Le Mans, la Mille Miglia... Vencer o morir sobre el asfalto. Vencer o doblar la rodilla. Vencer o asumir que otra vez será... Ferrari y el resto, desde que este campeonato se llama Mundial de Fórmula 1...
Así no, Sergio. Ferrari no pide paso ni favores, ni hace conjeturas. Grita forza! porque si es Ferrari es rápida y si claudica por la razón que sea, espera de sus jefes que den un paso al frente para abrir la siguiente ventana o puerta a través de las cuales mirar el futuro con esperanza. Así es la rossa...
No somos competitivos, pero lo intentaré porque ése es mi trabajo...
Os leo.
"Si estuviésemos por delante, a Mercedes le costaría mucho adelantarnos"
ResponderEliminarÓ
"Si la germanización de la plantilla técnica estuviese ya mismo pagando dividendos, con Zimmerman, AVL, ahora Mahle contándonos a nosotros, motoristas de toda la vida cómo se monta un motor híbrido decente... Si Haas nos saliera la mitad de rentable de lo que Toro Rosso a Redbull... Y si mañana mismo a Mercedes se le quemaran todos los papeles y comenzaran a vivir de anunciar las fantásticas evoluciones que traerán a pista el próximo GP... Pues..."
Tanto cobrar sueldazo de ejecutivo para al final tener que acabar echando las cuentas de la lechera.
ResponderEliminarKing Crimson