sábado, 14 de junio de 2014

Ex libris #25TLM [08]


Empiezo a acusar algo de cansancio y no quiero ni pensar lo que estarán sufriendo los que ahora mismo recorren el circuito de La Sarthe con la noche amenazando sus cabezas.

Sería un poco deshonesto por mi parte estar hablándoos de estrategias, de relevos y descanso y que no tuviera a mano mi propia hoja de ruta. Y sí, la tengo. En estos momentos sé que debo acelerar un poco sobreponiéndome al soporcillo que me ha propinado la digestión de la cena, para llegar como sea a programar con antelación los stints números 10 y 11 (01:00 y 02:00 de la madrugada, respectivamente), para encontrar así el hueco que necesito para escribir con algo de tranquilidad las entradas que cubrirán lo más duro que me viene encima. Solo si lo consigo, me acostaré un rato.

Y ya que estamos, quiero deciros que me resulta curioso que esté hablando precisamente de cansancio aquí cuando en las 24 Horas de Le Mans acaba de iniciarse la fase más delicada de la carrera, la que se desarrolla en mitad de la oscuridad con los potentes focos iluminando un asfalto negro como boca de lobo en algunas zonas del trazado.

Se baja la ligeramente velocidad y a veces ni eso porque conviene seguir apretando, pero la noche en La sarthe es un instante mágico como pocos. Para el espectador a pie de de circuito la prueba se convierte en un festín de ruido y luces que para los televidentes resulta más pasable gracias a que las cámaras abren su diafragmado y el ruido... bueno, ya sabéis lo que pasa con el ruido en las retransmisiones.

En todo caso, los coches y los pilotos se enfrentan a una auténtica prueba de fuego, sobre todo estos últimos porque el biorritmo humano es muy sensible a los cambios de luminosidad ambiental y si ahí fuera reina la oscuridad, el cuerpo tiende a bajar la guardia y reclama irremediablemente descanso. Además, ellos no asisten a una retransmisión con cambios de planos o intercalado de publicidad o entrevistas que pueda ayudarles a mantener la atención despierta. El universo que tienen ante sí es terriblemente mortecino y aburrido porque desaparecen los detalles del entorno y la concentración sobre la pista se vuelve máxima y a veces excesivamente exigente para una mirada que no esté preparada o para una cabeza que haya olvidado que lo importante ahora, es tener las ideas meridianamente claras.

Los coches también sufren cansancio y fatiga, y a pesar de haber sido confeccionados para resistir y que algunas partes mecánicas como los frenos son sustituidas de cuándo en cuándo, los motores, las suspensiones y el propio chasis lleva ya 8 horas dando de sí casi todo lo que tienen y aun así, les esperan otras 16 donde se les exigirá el máximo.

Cuidado del coche, velocidad, constancia y sobre todo, fuerza mental, son las claves para superar esta etapa de la prueba porque ahora más que nunca, cualquier despiste en una frenada o en una aceleración puede salir excesivamente caro.

Os leo.

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