Miedo y asco en Melbourne [Albert Park]

Cualquiera que tenga familia política sabe de sobra lo complicado que resulta ser el más guapo o el más listo de todos. Siempre hay una cuñada o un cuñado que te arruina la fiesta intentado hacer valer cualquier tontería con tal de bajarte del banquito al que tratas de subirte, incluso afirmando que no sabe lo que haces, en qué matas el tiempo, a qué estrellas cantas bajo la luz de la luna...

Si para colmo te dedicas a tiempo parcial a escribir sobre Fórmula 1, lo llevas rematadamente jodido porque a ver quién es el chubarra que se tira el moco con carreritas como la de hoy.

La semana que todavía llevo a cuestas y yo, nos hemos levantado a las 05:30 dispuestos a ser responsables, pero al poco de comenzar a ver el previo he sentido una convulsión en la fuerza cuando Pedro ha soltado, más o menos, que hoy para Ferrari no importaba ser rápidos, que lo importante era terminar la carrera... Por Dios. Juro que por un instante he visto la sombra de Il Commendatore soltando una colleja al barcelonés.

Pero qué bajo hemos caído. En fin, comenzaba la carrera y todo resultaba pastosete, lento y mortecino a más no poder. Vamos que incluso el Requiem de Mozart como banda sonora habría supuesto un exceso inasumible para servir de telón de fondo a lo que estábamos viendo. Magnussen hacía una extraña salida, pero a cámara lenta. Kobayashi se calzaba a Massa, pero a cámara lenta. Hamilton apatrullaba la ciudad, a cámara lenta of course!, hasta que una de esas partes del motor que cuestan cuatro duros petaba de mala manera... Y el británico llegaba a garajes a cámara lenta y los mecánicos le recibían como si tuvieran ganas de acabar con tanto sacrificio para irse a tomar el vermut.

Y caía Sebastian, también a cámara lenta...

Por fortuna (si llego a saber que algún día iba a tener que escribir esto, me corto las venas), Valtteri zumbaba una pared de Albert Park rompiendo la rueda trasera derecha de su FW36, y ¡tachán! salía el Safety Car, y en los muros hacían las cuentas y determinaban el fin de la ley seca de combustible.

Iban a llegar todos, pero ¿cómo iban a llegar?, pues a cámara lenta porque ni DRS ni leches, que solo faltaba la bruja del trenecito que situó Gring el año pasado en Mónaco, para ir golpeando en el casco a los pilotos con la escoba, a su paso por línea de meta. Y se retiraba Marcus por un problema con la bomba de gasolina y los dos Lotus porque la parte electrónica de los E22 hacía ¡puf! como en pretemporada, y pare usted de contar.

Ganaba Nico con Daniel a la cola de su vehículo, seguidos por los dos McLaren (Kevin primero y Jenson después), y Fernando terminaba quinto tras haber largado en la misma posición... 

Ferrari estará contenta, sin duda, pero yo, que no sé si es porque sigo siendo un ingenuo y en el fondo lo que diga mi familia política me importa un pimiento, para Sepang juro que me aprovisiono de un par de tripis como los que llevaba puestos Johnny Depp en Fear and Loathing in Las Vegas, por ver si soy capaz de poner algo de color a tanta cámara lenta, que no es por nada, pero me temo lo peor.

Os leo.