Acumulo un ligero retraso sobre los planes previstos. Tan solo son tres días de nada pero escuecen como si fuesen tres semanas. Diréis con razón que tampoco es para tanto pero para mí, acostumbrado los últimos años más a oler el aire que a divisar huellas en el suelo, eso de apuntar por la mañana lo que tengo previsto hacer cada jornada y tratar de cumplirlo así me caiga a pedacitos por la noche, me ha supuesto un revulsivo que me ha devuelto algunos años de vitalidad perdida, cosa que para qué voy a engañaros, me hacía bastante falta.
Sigo siendo el mismo lobo estepario de siempre, algo más viejo y correoso, sin duda, pero ahora, empiezo a pisar la nieve y la tierra helada como un puñetero cronómetro, como hacía años que no hacía, lo que me da un plus de confianza que me permite pensar razonablemente en que con algún madrugón que otro, un poco de suerte y algo de viento de cola, para el domingo al mediodía habré asumido el desfase y el lunes, Dios mediante, estaré de nuevo en línea.
Hoy por ejemplo, es día 21 de marzo y esta entrada hace la vigésimo segunda del tercer mes de 2014, con lo que este frente está bajo control a pesar de que me he fundido la mañana en la capital del mundo, Bilbao, hoy un Bilbao especialmente triste por lo de Iñaki de ayer noche y porque la crisis económica lo ha mordido y sus dentelladas se perciben indelebles en numerosos de los recodos y cafeterías que antaño bullían, cómo decirlo: con más alegría hace unas horas.
Mientras lo recorría con mi carpeta bajo el brazo, de cabo a rabo, nunca mejor dicho, bajo un sol de órdago en sus últimos estertores antes de que llegara el frío anunciado y las nubes y otra vez el invierno, porque la reunión matinal había tenido lugar casi al comienzo de la Gran Vía y la oficina del Depósito Legal está localizada en la otra punta, y a los viejos amigos los tengo espacidos al sur y al norte de la ciudad, me ha dado por pensar en que los lugares no pueden cambiar tanto como para que los veamos tan y tan distintos, que seguramente somos nosotros los que pintamos bastos o espadas cuando deberíamos ir de oros o vestidos de copas, y obviamente, también en ese medio segundo que dice Dennis que los McLaren mostrarán como mejora en Sepang con respecto a su rendimiento en Albert Park.
Estaban en Melbourne, seguro, pero Woking no creyó conveniente utilizarlas o no supo cómo hacerlo, lo que me lleva a preguntar que si la británica tenía cinco décimas de saldo en el bolsillo, como calderilla por si hacía el caso, de qué color y tamaño será el conejo que se saque de la chistera Ferrari en Malasia...
Os leo.
La última frase sobre Ferrari me mata. Eres un optimista empedernido y eso me encanta.
ResponderEliminarUn saludo
Pues ojalá sea un enorme conejo.......que estamos cagados
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