Como tantas veces hemos comentado en este mismo blog, el
geriátrico que dirige la Fórmula 1 sigue dando la espalda a la afición
mientras apuesta por golosinas con las que entretener al público, y
distingo a este último de la primera, porque en todo este rollo de
puntuar doble la última carrera o en su caso las tres últimas, no tiene
tanto que ver el valor competitivo del deporte o su tradición, como
satisfacer las necesidades de un negocio que precisa llenar tanto las
gradas físicas como virtuales.
En este asunto no estamos, entiendo, ante un escenario en el cual
valorar si es pertinente o no que una prueba o tres, dispongan de un
valor artificialmente alterado por el bien del deporte, sino ante otro
bien distinto en el que las ilusiones, las entradas y los paquetes de
publicidad, se venden con meses de antelación.
A mi modo de ver es este pronóstico
halagüeño sobre un espectáculo que no tiene por qué darse y que
seguramente no se dé, lo que está en el origen de todo este embrollo que
ha surgido a cuenta de la necesidad de que Abu Dhabi puntúe doble o en
su caso, que lo hagan también Austin e Interlagos.
Ya ocurrió con el tema de las medallas propuesto por Bernie
inicialmente en 2008 y sobre el que volvió a comienzos de 2010, o si me
apuráis, con el propio DRS o la cantidad a veces insufrible de
modificaciones sobre los reglamentos técnico y deportivo que en
definitiva, o se han quedado en nada o han terminado por no aportar nada
también. Así que esto de la puntuación extraordinaria no es otra cosa
que un nuevo recurso de mercadotecnia que está siendo utilizado para
impulsar una actividad que por sus propios medios, es complicada de
vender a los profanos y a los anunciantes que necesitan tener asegurado
un mínimo de audiencia para realizar sus aportaciones económicas.
La Fórmula 1 lleva años afincada en el inflacionismo y la
especulación. Los récords cada vez valen menos porque resultan mucho más
asequibles que antaño. Los títulos, prácticamente lo mismo. Los
adelantamientos con DRS parecen facilones y el riesgo sobre la pista es
tan imperceptible que apenas se aprecia salvo que te lo expliquen,
y así, el espectáculo, tras un breve momento de gloria en su estreno
como promesa viable, desfallece lentamente como los globos tras una
fiesta de cumpleaños. Y claro está, hay que relanzarlo buscando nuevas
apuestas a futuro por muy barrocas o estúpidas que parezcan, sumando
ideas supuestamente novedosas a las que ya se han ido acumulando a lo
largo del recorrido, en vez de optar por parar un poco y recapacitar
sobre qué demonios ocurre para que la F1 no atrape ni a las moscas.
Resulta curioso echar la vista atrás y descubrir que aquí mismo, en
Nurbu, flirteaba yo hace unas temporadas con la idea de que los pilotos
llevaran ligueros y lencería fina en vez de monos por aquello de
favorecer el espectáculo, y observar de paso, la cantidad de líneas que
he vertido para denunciar que a los mandamases del tinglado les tira
demasiado la silicona y las pastillitas azules, lo artificial, en
definitiva, y que el modelo de explotación de la Fórmula 1 como negocio,
está demasiado caduco.
En este sentido, lo de la puntuación doble no deja de ser un clavo
más en el ataúd, en todo caso imprescindible para que un año más haya
quien crea que en F1 todo es posible y compre las entradas para verlo,
abone lo que se le pide por patrocinarlo o por alquilar sus derechos, o
por tener un hueco en eso tan molesto que llamamos publicidad,
entendiendo que el mago nos deleitará al final de la función con un
truco inimaginable que nos llevará a abrir la boca, que recordaremos
siempre y que a su ejecutor le otorgará un prestigio cuya fama recorrerá
el planeta y le hará mundialmente famoso.
Los aficionados sabemos de sobra que no hay truco, que el ardid
supremo consiste en que el mago saque de detrás de nuestra oreja derecha
una moneda que lleva oculta en la mano, pero seamos sinceros, todo esto
hace tiempo que no va con nosotros ya que lo que realmente importa son
el espectáculo y las audiencias.
la F1 se apaga lentamente…nosotros nos vamos haciendo “mayores” y los espectaculos de cartón piedra que se los vendan a otros…
ResponderEliminar…la única épica (..o de la poca porque siempre hay destellos de gloria entre tíos a los que se les reconoce unas habilidades especiales para estar ahí…yo,ni en sueños…) es ver a un auténtico gladiador, que no por ser español , sino por sus pertinaces e incansables intentos de j..les el trampantojo(…en esto si muy español y de lo que me felicito…) es capaz de poner negro sobre blanco de lo que podría haber sido una de las maneras más bonitas de competir…
…yo , cuando desaparezca “Espartaco” me elimino del público ( …por no decir que desde 2008 no me acerco a un circuito a soltarles pasta a Bernie&asociados…!)