¡Cómo hemos cambiado!

Recuerdo como si fuera ayer aquellos días en que decía aquí mismo, que don Luca no tenía lo que hay que tener (buscadlo si hay agallas, que para eso escribo tanto), en los que ponía a mi querida Ferrari en la picota porque había conseguido un título para Kimi pisoteando a BMW, en los que mi némesis me recordaba que Montezemolo viene de la pata del Cid, que por sus venas corre sangre de generales y cardenales, y que a Gilles no se le podía llamar hiena de las buenas porque a la de Maranello se la quiere o se la odia, pero jamás se la critica.

¡Cómo hemos cambiado! Luca ha dejado de tomar champán con sus pilotos como hacía antes del diluvio, cuando aprendía los rudimentos del deporte a pie de box, manchándose incluso las manos de grasa, sirviendo de sombra al oscuro y siempre enigmático Commendatore, cuando en definitiva, FIAT preparaba el asalto final al añoso garajista italiano. Ahí, tal que unos pasos más atrás, a la derecha...

Sea como fuere, en este bodrio de sesión que hará buena a la anodina 2008 como Dios no lo remedie, a dos carreras de que los equipos hayan probado la solución Pirelli para este año (la definitiva, se entiende), la silly season ha abierto en canal a La Scuderia porque don Luca, quién sabe si por no disponer a mano de un televisor que romper, ha perdido los nervios y ha decidido sacar pecho como patrón recordando al Fernando proletario que toca ser humilde y sumar hombro con hombro en el seno del equipo, en vez de andar criticando que la herramienta no da para más.

El joven Luca coronado ahora de canas, ha olvidado con el paso de los años que si se exige sumar hay que sumar antes, como le enseñara il capo Ferrari, a resultas de lo cual su discurso ha sonado pelín bananero y bestialmente hueco: ¡Id, matad, arrasad, conquistad, clavad la bandera sobre los restos del enemigo, pero a la vuelta ni se os ocurra despertarme, que llega el invierno! De manera que la gente, que no es tonta, ha entendido lo que hay que entender ante estas cosas, que el mandamás de la escudería da con una mano un desafortunado pescozón público a su mejor piloto mientras en la otra, no sostiene absolutamente nada.

Soy rojeras pero creo en el liderazgo, de manera que recomiendo al Luca viejo que haga las maletas como Luca el joven, que se despida momentáneamente de Ludovica y se prepare para estar al pie del cañon las 9 carreras que quedan. Que tome el pulso de nuevo a la realidad, que triunfe o gane con los suyos, a pie de garaje y asfalto, con champán o con lágrimas, que se vuelva a manchar de grasa y comprenda que los toros vistos desde la barrera parecen siempre novillos y que el que salta a la arena y brega con ellos, es siempre el mejor armado para decir si son calzón o bragado pues es quien les mira a la cara y huele su sudor en el ruedo.

En cuanto al supuesto mar de fondo... ¿Qué queréis que os diga? El día en que quien paga y quien cobra estén de acuerdo, el mundo ya no será mundo sino otra cosa. Ahora bien, mientras don Emilio siga llevando maletines a Suiza... ¡Ay mientras don Emilio siga llevando maletines a Ginebra y figurando en el top ten de los listos!

¡Cómo hemos cambiado!