Cuando tengáis oportunidad y ganas, visionad una carrera de hace
poco, de este mismo año, pongamos por caso, y quitad su sonido ambiental
borrando del mapa los comentarios de Antonio, Pedro, Jacobo o Marc, o
quien sea que la esté narrando, y sustituidlo por una banda sonora de
las muchas que es posible encontrar en Internet, o acaso de ésas que
guardáis como oro en paño en su correspondiente CD… Dejaros llevar y
abriros de par en par a una experiencia única, que si bien no os dirá
nada nuevo sobre la Fórmula 1 ni os explicará algo que no sepáis, os
permitirá penetrar por la puerta de atrás en el mundo de sensaciones que
empapa lo nuestro y que acostumbra a quedar solapado por una catarata
de información que anula nuestros sentidos.
Esta semana ha circulado por las redes sociales la fotografía de un
invidente que, tras las verjas de un circuito, permanecía absolutamente
concentración escuchando el rugido de los vehículos que pasaban a su
lado. ¿Qué puede ver un ser humano que no ve cuando escucha, qué
percibe realmente sobre un mundo desconocido que se recrea en su cerebro
sabe Dios de qué manera, en base a unas referencias creadas por otros
seres humanos como él, que sin embargo oyen menos porque ven más?
Yo era ciego también en una etapa lejana,
y el hombre que me susurró al oído lo bonito que resultaba todo esto
cumplía ayer 62 años, lo que me recuerda que el mes que viene a mí me
caerán 54. 8 años de diferencia que ahora parecen nada, pero que en su
día suponían la distancia a recorrer entre el saber y el sentir porque
sí, porque a él le atraían los vehículos de carreras y yo no vislumbraba
el peligro de acercarme a tan temprana edad a la Fórmula 1. Eran los
tiempos de Jackie Stewart, de Emerson Fittipaldi, de Denny Hulme, del
«sueco», de François Cevert mientras estuvo vivo, y por supuesto de
Jacky Ickx y su coche rojo, un universo que recreábamos noche sí y noche
también mi hermano mayor y yo, él desde su cama, yo desde la mía, ambos
en la misma habitación, casi a oscuras.
Huelga decir que en aquella edad dorada de mi preadolescencia, lo de
aprenderme los nombres se me ponía muy cuesta arriba porque bastante
tenía con recordar las declinaciones del latín que debía recitar al día
siguiente en el colegio. La televisión no era como ahora y ni mencionaba
las cosas del motor salvo que éste se acercara a los santuarios patrios
del Jarama o Montjuic…
Yo era ciego por aquel entonces, como decía más arriba, y mi mundo de
referencias se construyó inicialmente sobre sensaciones y colores, ecos
lejanos en todo caso que se fueron materializando con el paso de los
años y llenándose de información útil a veces, inútil la mayoría. Tan
sólo unos años más tarde, cuando inicié mis estudios en la Universidad,
acostumbraba a recoger de camino a clase la Grand Prix Internacional y
allí empecé a foguearme en palabras mayores. Ya no necesitaba al hombre
que me abrió los ojos porque ingenuamente me sentía preparado y avalado,
para colmo, por aquella inmensa panoplia de profesionales que me
contaban lo que necesitaba leer para saber que Gilles terminaría ganando
un campeonato del mundo, que sería cuestión de tiempo, que con el 126
CK2 Ferrari había vuelto a dar en el clavo como con el T4.
La información hace tiempo que ha dejado paso de nuevo a las
sensaciones. Me sé el nombre de muchos pilotos, recuerdo muchas de sus
caras y también sus cascos. Comprendo algo de mecánica y de aerodinámica
y conduzco un blog de Fórmula 1 que cumplirá el mes que viene 7 años.
Mi hermano Julián es de Michael Schumacher y yo de Fernando
Alonso, y acostumbro a veces a apagar el sonido de las carreras para
sustituirlo por bandas sonoras como Hummingbird (la estoy escuchando
ahora mismo), para percibir que la Fórmula 1 vuelve a adquirir la
textura de cuando la probé por primera y recordar que debo a los que vienen
detrás el mismo respeto, paciencia y cariño, que por fortuna me
dispensaron a mí, cuando como el chico ciego del que hablaba al
comienzo, vibraba desde el desconocimiento sintiendo un mundo en el quería crecer y en la medida de lo posible, alcanzar a ver.
si te podría contar las veces que lo he hecho, solamente por no aguantar cierta persona que es declarada como periodista e informa a las masas con una objetividad que pocos manejan. Rotten world
ResponderEliminarBuenos días ;)
ResponderEliminarRotten world ;) Me alegra leer eso, porque como terapia no tiene precio ;)
Un abrazote
Jose