La temporada 2012 daba comienzo en Melbourne bajo la sensación de que
los cambios sufridos por el reglamento —fundamentalmente en lo atañente
a la disposición de los tubos de escape y su influencia sobre la zona
del difusor— iban a surtir un efecto balsámico con respecto a lo visto
durante 2011, sesión que había dominado de cabo a rabo Red Bull. La
promesa de espectáculo escenificada por Pirelli en pretemporada venía a
ratificar lo elevado de las expectativas, pero el G.P. de Australia,
bajo estos parámetros, iba a resultar un completo y complejo espejismo
que tardaríamos varias carreras en despejar.
El primer fiasco lo supuso el doble DRS de Mercedes, que si bien
llevó al de Kerpen a ocupar una memorable cuarta plaza en clasificación,
durante la prueba se mostraría bastante inútil incluso con las dos
zonas habilitadas para el uso del DRS, ya que los de Brackley
terminarían con Nico Rosberg haciendo decimosegundo y con Michael
Schumacher, abandonando por un problema en la caja de cambios de su
coche. Y el segundo, una elección de neumáticos que imprimió un miedo
desmedido en la parrilla, y que a la postre, definiría la tranquilidad
con la que transcurrió la carrera tras una fase calificatoria en la que
quien más y quien menos se había manifestado bastante agresivo, para que
a la hora de la verdad, el domingo, todo el mundo prefiriera cogérsela
con papel de fumar porque había que llegar vivo a la bandera de cuadros.
Pero no adelantemos acontecimientos. Lewis había obtenido la pole
el día anterior, pero en la salida Jenson le robaba la cartera para no
soltarla hasta declararse como primer vencedor de la sesión y firme candidato al título.
Sin embargo, resulta curioso entrever ahora cómo las propuestas más
conservadoras con respecto al cambio de normativa, o mejor dicho, más
coincidentes con los diseños del año anterior, iban a sobresalir en
Melbourne. McLaren, con una disposición de escapes más abierta que en el
MP4/26, pero casi igual de baja en su MP4/27, por no mencionar la
práctica inalteración de su nose; Sauber, con un C31 que
llegaba a 2011 en 2012 en cuanto a propuesta, con un año de retraso,
vamos; Sahara Force India, con una réplica casi exacta de su VJM04 en su
VJM05; y Williams, con una evolución racional del FW33, pero con el
noble motor Renault RS27 propulsando el FW34 en vez del Cosworth con el
que bregaron Barrichello y Maldonado, se iban a convertir sin querer o
queriendo, en los protagonistas del fin de semana australiano.
Por contra, los modelos que teóricamente más habían avanzado,
flaquearon. Así, Ferrari empezaba fallón (Fernando hacía quinto y Felipe
se deshacía literalmente). Lotus, comenzaba poco hecha —Grosjean salía
mal y desaparecía del mapa a las primeras de cambio a pesar de haber
calificado magníficamente, y Kimi se perdía en los primeros compases
para recobrarse a tiempo y terminar séptimo—. Red Bull, aunque Sebastian
terminaría segundo y Mark cuarto, no convencía en absoluto. Y Mercedes
AMG… Pare usted de contar.
Si hasta la vuelta 35 los McLaren (Button delante, Hamilton a su cola) dominaban con claridad meridiana, la salida del Safety Car
provocada por Vitaly Petrov, en el giro siguiente iba a permitir a
Vettel ganarle la posición a Lewis sin mancharse las manos. Hay que
decir que la de Woking no estuvo especialmente fina en el trato a su
teóricamente piloto más rápido, pero también que la norma que rige el SC
tiene sus cosas, y que en este caso Red Bull anduvo avispada
para sacar tajada en favor de Sebastian mientras Mark navegaba ante su
público y con aire de cola, para alzarse finalmente con una más que
merecida cuarta plaza, inmediatamente detrás de Hamilton.
Con el compromiso ineludible de guardar gomas como fuera, a partir de la vuelta 42, momento en que se retira el Coche de Seguridad,
la carrera discurre sin sobresaltos ni hazañas. Cada cual guarda su
posición como oro en paño, como si pudiera ocurrir cualquier cosa, pero
ante la debilidad manifiesta del Ferrari número 5, Pastor Maldonado,
aprovechando que su FW34 iba por aquel entonces de cine, intenta el
asalto final al asturiano y se la pega en el giro postrero, sentenciando
un final de película que resultaba, como insinuaba o decía al comienzo
(ya no lo recuerdo), un espejismo en el que tenía cabida, incluso, que
un hierro como el Toro Rosso, heredero natural del trabajo de Buemi y
Alguersuari, colocara a Daniel Ricciardo y Jean-Éric Vergne en nona y
decimoprimera posición respectivamente, sentenciando a la postre, que
lejos de aquello que creíamos en marzo, 2012 no iba a ser otra cosa sino
una consecución lógica de un 2011 que se prolongaba arteramente bajo
las sábanas, gracias al juego de manos que había usado la FIA para
hacernos creer que iba a ser radicalmente diferente.
"sin mancharse las manos"... buen intento:
ResponderEliminarhttp://www.youtube.com/watch?v=g7k0lw2pNEg
Creo que esto te lo perdiste, una pasada "marca de la casa" (por fuera), muy difícil y arriesgada, con un coche con el que no se sentía nada cómodo y además un adelantamiento (y esto es lo que te perdiste) gracias al cual pudo aprovecharse de ese SC que le ayudó a ser 2º. Si es que tiene mucha suerte... ;)
Un mundial contra los mejores siempre se ganan por los detalles, detalles como éste... y como muchos otros.
David, hijo, resultas pelín cansino. Sebastian entra tercero en boxes a cambiar ruedas, y sale entre Jenson y Lewis, segundo. Y disculpa, pero en la entrada pongo el tanto en el casillero de Red Bull, no sé qué más quieres XDDDD
ResponderEliminarUn abrazote
Jose