Si lo que vemos en el exterior de un monoplaza suele dejarnos boquiabertos, lo que que oculta su piel podría llegar a desencajar nuestras mandíbulas, porque la aerodinámica que reina afuera impone su ley también bajo la carrocería, incluso con mayor incidencia de la que cabría pensar.
Entre dibujo y dibujo, uno tiene mucho tiempo para pensar, y aunque los pensamientos salen a borbotones, lo complicado es justificarlos, de manera que a ratos, a ratitos más bien, se va armando la teoría propia a base de cotejar fotos y certificar o desechar lo que se intuye. Una vez pasado el filtro, cuando todas o casi todas las piezas encajan, más o menos, conviene pasarlas a limpio y presentarlas para que los compañeros y amigos, incluso los enemigos, pongan su granito de arena a la hora de intentar comprender lo que la F1 nos niega.
Decía el otro día que los nuevos agujeros presentados en Valencia por Red Bull en la terminación lateral de los pontones de su monoplaza, eran perfectamente legales y tenían que ver con mi vieja teoría del embudo a la que aludía en la citada entrada. Toda vez que he leído toneladas de material y he analizado varias docenas de imágenes (es broma), lo propio, para que no nos perdamos, estriba en que comience por explicar en qué me baso, así que allá vamos.
En la estampa superior podemos observar una imagen que corresponden al interior del RB8 tomada durante el pasado G.P. de Europa. Arriba podemos verla en su densidad original e inmediatamente debajo, aclarada y algo más contrastada, para que destaquen los detalles.
Nos enfrentamos a una zona cuyas formas están cuidadosamente trabajadas (remarcada en azul) que corresponde al volumen interior del coche que atraviesa el aire que ha entrado por las aberturas de aireación de los pontones y por el snorkel, para salir bastante elevado de temperatura (viene de los radiadores y pasa por los tubos de escape, tomando contacto con el motor y la caja de cambios) con dirección al difusor y a sus zonas aledañas, pues queda completamente sellado en cuanto se acopla la carcasa exterior que ofrece el aspecto de coche al coche.
La importancia aerodinámica de esta área es tan extrema, que apenas contiene elementos que impidan que los flujos que la atraviesan encuentren a su paso la menor resistencia posible, destacando entre ellas dos perfiles alares (en rojo), que sin tener repercusión en el exterior de la carrocería, facilitan la distribución del aire conforme a las necesidades del vehículo.
Antes de continuar hay que decir que esta conjunción de formas suaves, redondeadas o alabeadas que no se ven, tienen como función principal la de reducir el drag interno, porque en el fondo éste es tan pernicioso como el que se produce afuera (las carreras tambien se ganan así).
Bien, espero haberme explicado. Sigamos.
Una vez tenemos claro que el aire que recorre el interior del monoplaza es tratado como el que lo rodea por fuera, lo pertinente es decir que Newey, en este caso, lo distribuye conforme a lo que espera del RB8, su niño, y que así traslada parte del calor de las tres fuentes térmicas más importantes (radiadores, motor y colectores de los tubos de escape) en dos direcciones diferentes: la superior saliendo por arriba del volumen de la caja de cambios, a media altura, con dirección al beam-wing, alimentando así la zona baja del alerón trasero y la superior del difusor; y la media (existe una inferior de la que hablaremos en otro momento), con intención de incidir directamente sobre el difusor, alimentándolo tras servir de arrastre a los flujos laterales y bajos que sortean el monoplaza.
Toda vez que este esquema interior, como ocurre con el exterior, permite obras menores de reacondicionamiento pero no graves alteraciones, me ha dado por preguntarme si las aberturas de aire laterales mostradas en Valencia, habrían cambiado de alguna manera el orden establecido a principios de temporada, y se ve que no, porque en Melbourne, la organización de la aerodinámica interna del RB8, en esa área precisa, venía a ser más o menos la misma, como se puede observar en la imagen de más abajo.
Así que no me queda otra que reafirmarme en mi teoría del embudo, porque debajo de ese sortilegio de sutilidades parido por Adrian queda espacio para mi idea.
Os leo.
Hola Orroe,
ResponderEliminarSin adentrarme en el complicado tema de las entrañas de los monoplazas de hoy, pensé que podría gustarte (al igual que al resto de los lectores) esta fantástica animación que muestra cómo ha evolucionado la silueta de los coches desde el inicio de la F1: https://vimeo.com/43233380