Últimas notas

Imaginemos por un momento que una escudería que no fuese la que iba a revalidar sus dos últimos títulos conseguidos de manera incontestable y consecutiva, que no fuera, por supuesto, la que estaba llamada a desollar sin contemplaciones a sus rivales durante 2012, se permitiera el lujo de llevar a la tercera carrera de la temporada, nada más y nada menos que dos plataformas con planteamientos radicalmente distintos por aquello de dar gusto a uno de sus pilotos. Imaginemos, en definitiva, que en vez de Red Bull estuviéramos hablando de Ferrari...

El caso es que los sucesos narrados en el primer párrafo tienen la firma de Milton Keynes sin que al parecer se haya dado demasiada importancia al asunto, porque para repartir leña ya tenemos al F2012 de Ferrari, para pedir cabezas ya disponemos de las de Fry o Domenicali, o incluso la de Montezemolo y su vena política, y sin duda, para mofarnos un rato ahí está Felipe Massa. Y el caso, como decía, es que Red Bull va por la vida dando palos de ciego sin que la prensa especializada y la no tanto, haya encontrado agallas suficientes como para meter mano a la magia de Newey y decir bien claro y alto que la cagada de este año es cuando menos monumental.

El RB8 ha salido malo de narices, y si aún mantiene algo de chance se debe fundamentalmente a que la ventaja que tenía el año pasado era sencillamente abusiva, lo que nos pone en que la austriaca está viviendo de los saldos de una época dorada que sin duda ha tocado a su fin.

Así, si a comienzos de esta sesión, la adopción de la solución Sauber en la disposición de sus escapes suponía para Red Bull la enésima idea que iba a revolucionar el cotarro, que Vettel haya afirmado que se siente más cómodo con la estrenada en pretemporada viene a decirnos que de revolución, nada de nada, si acaso, que estamos ante un escenario en el que las improvisaciones están a la orden del día y dan para lo que dan, o sea, para poco, lo que en Maranello sería motivo más que suficiente para que recomendáramos a Ferrari comenzar a pensar en el vehículo del año viene.

Está visto que la de Horner dispone de mucho crédito, tanto como para que muy pocos se atrevan con ella. Otra cosa es que pueda respaldarlo con hechos, porque a la vista está que la cosecha de puntos obtenidos hasta el momento es bastante rácana para una escudería que estaba llamada a volver a sentar cátedra, a decir de los expertos y de su biblia, Autosport. 

A todas luces Red Bull ha tirado este año por la borda, y aunque parezca precipitado decirlo, desde mi humilde visión de las cosas, el asunto de reconducir el RB8 se plantea harto complicado porque McLaren está muy por encima en rendimiento, y porque hay demasiados pretendientes para la plaza que mantiene. Como he comentado en más de una ocasión y dos, el monoplaza azul no dispone de un diseño limpio como sus antecesores el RB5, RB6 y RB7; está lleno de parches, de alternativas para salir del paso. Newey ya no lleva la batuta, en una palabra, sigue el compás que marcan otros.

Las causas del desplome se me escapan, como de costumbre, pero como decía no hace mucho, el capado de los mapeados del motor no me parecen la raíz del problema, toda vez que el RS27 de Renault funciona a las mil maravillas sobre plataformas como Williams o Lotus, de manera que me inclino a pensar en que lo que falla estrepitosamente es el concepto manejado por el mago británico para su retoño de 2012.

A 100 años de que el R.M.S. Titanic, el barco insumergible por antonomasia, se topara con un iceberg en su trayecto inaugural, para dar con sus hierros y la vida de un millar largo de sus ocupantes en el fondo del Océano Atlántico, se me antoja que a Red Bull le está pasando lo mismo. Y al igual que ocurriera con el transatlántico más famoso de la historia, me temo que la de Milton Keynes acabará siendo tragada por las aguas mientras en su cubierta suenan las últimas notas de la banda encargada de aportar algo de normalidad a una tragedia que no tiene vuelta atrás, eso sí, dedicadas a Ferrari.