J.A.S.P.

Mientras espero el nuevo chasis que hará que mi Felipe se acerque al rendimiento del Nano, y comiencen a disiparse los nubarrones que rondan la cabeza del brasileño y la escuadra que le paga la camiseta, me ha dado por recordar que a mediados de los 90 del siglo pasado se popularizó un término que venía a sintetizar el empuje de las nuevas generaciones: joven aunque sobradamente preparado, J.A.S.P. en su acrónimo, y en lo poco que duró su sortilegio cuando se le vieron los cuernos al toro.

En el recién terminado G.P. de Australia, una nueva hornada de pilotos se ha bautizado en fuego tras apear a unas cuantas de esas murallas que ya iban sobrando porque no aportaban nada.

El caso es que como reconocí hace poco, los nuevos nombres y apellidos me están obligando a hacer un ejercicio de malabarismo mental para recordarlos a todos, y aunque el cuerpo me pide que sustituya cada uno de ellos o bien por un signo de interrogación o bien por otro de dólar, prometo que para mitad de temporada cumpliré con la parte de trabajo que me toca y sabré recitar de corrido la alineación completa de la parrilla.

Dicho esto, el aporte de la nueva generación de poetas me ha parecido bastante escaso, entre otras cosas porque en Melbourne la tela la han cortado los prosistas del año pasado, produciendo parecidas vibraciones y similares desencantos, ya que la calidad de los monoplazas sigue suponiendo el áspero tamiz que pone las cosas en su sitio.

Llegados a este punto, y ante la sobresaliente actuación de Pastor Maldonado hasta que su fogosidad dio al traste con todo lo labrado durante la carrera, me pregunto si Bubens Barrichello no habría sabido aprovechar las bendiciones de un FW34 que para bien o para mal es radicalmente distinto al que le tocó en suerte conducir en 2011.

El Williams ha recibido un chute de adrenalina con la llegada del RS27 de Renault y es en apariencia mucho mejor vehículo que el FW33. Parece más estable y rápido, y también da la sensación de que gestiona mejor el consumo de ruedas... Pero sus pilotos no han parecido estar a su altura. Bruno porque sigue dando muestras de inconsistencia, y Pastor porque demostró tener demasiada prisa.

Sin quitar un ápice de mérito a la buena carrera que realizó el J.A.S.P. venezolano, falló en el momento menos oportuno porque le pudo la presión. Estuvo a punto de comerse a Fernando, pero se quedó a punto de hacerlo, con su casillero a cero, vamos, porque habíamos quedado que en F1, la última actuación es la que cuenta.

Sí, con vuestro permiso me pregunto y me seguiré preguntando si Rubinho no se habría merendado al asturiano.