El pasado sábado todo el mundo parecía comprender que sobre el asfalto austrialiano habían salido a calificar dos F2012 distintos, y no sólo por los pilotos que los conducían, que seguramente también.
Anteayer, el número seis se mostraba pesado, renuente a caminar; y el cinco, sujetado por alfileres a la pista, demasiado liviano, hasta el punto de que un error de cálculo de Fernando al abordar una curva, lo llevó irremediablemente a la grava.
El domingo, las sensaciones del sabádo se replicaban con exactitud milimétrica: Fernando volaba sacando provecho de sus zapatos, mientras Felipe se arrastraba con pereza sobre la pista devorando sus gomas... Y al observarlos, unos se pregunta irremediablemente ¿dónde demonios está la Ferrari?
La meravigliosa creatura debería estar entre la triste desenvoltura de Massa y la eficacia de Alonso sobre un trazado tan atípico como Melbourne, pero el cuerpo me pide que esperemos a verlo en Sepang, no sea que la prisa nos lleve a entender que anda más atrás de lo que va, y haya quien profetizando hace poco que el quid de la cuestión estaba en la zaga, augure ahora como necesario, el cambio de una nariz que antes parecía no importar demasiado.
Por suerte, entre pintar neumáticos y delinear los anagramas que los decoran, mi cabeza me da para entender ese todo que acuñé y que a otros se les hace tan complicado de asimilar, de manera que puedo tirarme de nuevo a la piscina afirmando que Ferrari está buscando un equilibrio lo más bajo posible en su F2012, para matizarlo en recta y en virado, adecuándolo, domándolo, y que eso conlleva que hasta que no lo encuentre podemos seguir asistiendo a un fenómeno cuasi paranormal, en el que dos plataformas aparentemente idénticas, responden de manera radicalmente diferente.
Ni mi Felipe ha sido tan manta ni Fernando tan mágico en la tierra de Webber y Ricciardo. Dejémoslo ahí. La Ferrari da para lo del asturiano y también para lo del brasileño porque está buscando la conjunción de astros, porque por primera vez en muchos años está innovando y se la está jugando a hacer el indio con una idea que nadie ha explorado antes, ni siquiera Newey.
Dejémonos de materiales innovadores y de magias baratas, y atendamos a que debajo de tanta aerodinámica sigue existiendo una base mecánica. La Ferrari necesita velocidad punta y para ello precisa ir en modo Alonso en recta con algunos km/h de más, y también necesita como agua de mayo apoyo en curva, al estilo desprendido de la actuación de Massa. El equilibrio óptimo es delicado, por eso supone una apuesta arriesgada, pero como lo encuentren pronto, esta temporada amenaza con convertirse en un truño.
Mi corazón ferrarista clama porque lo hallen sin más dilación, aunque como aficionado agradecería que no lo hicieran hasta Montmeló, o si me apuráis, hasta Silverstone. En todo caso, Ferrari vale lo que su última carrera y hay que aceptarlo. Tasa ahora mismo a la baja, pero no olvidemos que podría hacerlo al alza a poco que los vientos sean ligeramente favorables y La Scuderia encuentre el camino que busca su brújula.
El domingo, las sensaciones del sabádo se replicaban con exactitud milimétrica: Fernando volaba sacando provecho de sus zapatos, mientras Felipe se arrastraba con pereza sobre la pista devorando sus gomas... Y al observarlos, unos se pregunta irremediablemente ¿dónde demonios está la Ferrari?
La meravigliosa creatura debería estar entre la triste desenvoltura de Massa y la eficacia de Alonso sobre un trazado tan atípico como Melbourne, pero el cuerpo me pide que esperemos a verlo en Sepang, no sea que la prisa nos lleve a entender que anda más atrás de lo que va, y haya quien profetizando hace poco que el quid de la cuestión estaba en la zaga, augure ahora como necesario, el cambio de una nariz que antes parecía no importar demasiado.
Por suerte, entre pintar neumáticos y delinear los anagramas que los decoran, mi cabeza me da para entender ese todo que acuñé y que a otros se les hace tan complicado de asimilar, de manera que puedo tirarme de nuevo a la piscina afirmando que Ferrari está buscando un equilibrio lo más bajo posible en su F2012, para matizarlo en recta y en virado, adecuándolo, domándolo, y que eso conlleva que hasta que no lo encuentre podemos seguir asistiendo a un fenómeno cuasi paranormal, en el que dos plataformas aparentemente idénticas, responden de manera radicalmente diferente.
Ni mi Felipe ha sido tan manta ni Fernando tan mágico en la tierra de Webber y Ricciardo. Dejémoslo ahí. La Ferrari da para lo del asturiano y también para lo del brasileño porque está buscando la conjunción de astros, porque por primera vez en muchos años está innovando y se la está jugando a hacer el indio con una idea que nadie ha explorado antes, ni siquiera Newey.
Dejémonos de materiales innovadores y de magias baratas, y atendamos a que debajo de tanta aerodinámica sigue existiendo una base mecánica. La Ferrari necesita velocidad punta y para ello precisa ir en modo Alonso en recta con algunos km/h de más, y también necesita como agua de mayo apoyo en curva, al estilo desprendido de la actuación de Massa. El equilibrio óptimo es delicado, por eso supone una apuesta arriesgada, pero como lo encuentren pronto, esta temporada amenaza con convertirse en un truño.
Mi corazón ferrarista clama porque lo hallen sin más dilación, aunque como aficionado agradecería que no lo hicieran hasta Montmeló, o si me apuráis, hasta Silverstone. En todo caso, Ferrari vale lo que su última carrera y hay que aceptarlo. Tasa ahora mismo a la baja, pero no olvidemos que podría hacerlo al alza a poco que los vientos sean ligeramente favorables y La Scuderia encuentre el camino que busca su brújula.
Noe, hoy va por ti y por mi Felipe.
Nadie dijo que esto fuera fácil. Se nos llena la boca pidiendo dimisiones de Domenicali y que si Ferrari tal y que si Ferrari cual. Demasiados elementos y variables a engarzar. Muchos equipos y muchos grandes pilotos buscando un mismo objetivo. El gran Ross Brawn, ese de la época gloriosa de la de Maranello, no dio el año pasado con la tecla correcta y este año quizá le ocurra tres cuartos de lo mismo así que al nuevo proyecto ferrarista habrá que pedirle trabajo y paciencia como no puede ser menos.
ResponderEliminarKing Crimson
Totalmente de acuerdo. Si algo he aprendido en estos años es que que un coche rinda depende de cientos, miles de factores y de las manos del piloto. Lo cual no quiere decir que un piloto sea mas bueno que el otro, sino que conducen de forma distinta.
ResponderEliminarPor eso siempre me ha parecido incorrecto comparar pilotos, claro que siempre es lo más sencillo de hacer. Este deporte hace mucho que perdió la "humanidad", si es que alguna vez la tuvo.
Buenas tardes.
ResponderEliminarKing Krimson ;) Yo disfruto con esto, qué quieres que te diga. tener todo bien claro desde las primeras de cambio me parece una posibilidad de aburrimiento que no deseo por nada del mundo :P
Noe ;) Yo no espero humanidad, ya lo sabes, pero conviene enfocar bien las cosas antes de comenzar a tirar piedras, aunque los de siempre nunca lo hagan :P
Un abrazote
Jose
¡Me encanta la forma de ser de nuestro anfitrión! Ese sistema límbico imponiéndose límpiamente al cortex cerebral en su pulso constante en torno a la interpretación de los asuntos ferraristas. Por un momento hasta me has hecho pensar en que Felipe Massa tiene remedio... Nada, tranquilo, ya se me ha pasado. Pero bueno, vale, venga, le doy otra oportunidad. (Ya van nosecuantas, así que por una más...)
ResponderEliminar