El bombo de Bern

Mientras al comienzo de esta tarde tomaba un cafecito que me hacía falta, me ha dado por pensar en que soy un tipo afortunado que sigue curtiendo su optimismo superando pruebas de fuego como defender a Ferrari cuando a la italiana no la ve este año en la pomada, ni la madre que la parió, salvo la guardia pretoriana de la que formo parte con algo más que orgullo —¡ta-chán!—, porque pienso que para tirar la toalla siempre habrá tiempo cuando nos hayan partido realmente la cara y no en el primer asalto.

Total, tampoco hay tanta épica en esto que hago, si acaso, algo de aquello que hacía sabio al diablo más por viejo que por diablo.

El año pasado, por ejemplo, Petrov entraba en el podio de Australia y automáticamente el R31 con sus escapes adelantados se convertía en la releche que iban a tener que copiar todos en la parrilla. Obviamente, Lotus-Renault había dado un salto cuantitativo y cualitativo ante el cual sólo cabía quitarse el sombrero. ¿Y qué decir de McLaren? Con Hamilton ocupando el segundo cajón de Melbourne, la de Woking se posicionaba desde la mismísima línea de salida de la temporada, como la única capaz de mojar la oreja a la escudería que a la postre se calzaría el campeonato del mundo de pilotos y el de constructores arrasando en plan Atila, amén de sembrar de pánico el paddock porque no se apeó de la pole salvo en una miserable ocasión (Corea).

En fin, que estoy mayor para según qué cosas, y mientras deshojamos la margarita de si elegimos creer a Fernando cuando decía que el F2012 era una castaña o cuando ayer dijo que veía el vaso de sus posibilidades medio lleno, estoy echando el ratito escribiendo un poco y mencionando el bombo de bingo para entretener geriátricos que conduce Bernd Maylander, porque a veces, como ocurre hoy que celebro mi santo, me pregunto qué sería de nosotros y de nuestro bien amado deporte sin un sistema para neutralizar carreras que lleva más peligro que una escopeta cargada en manos de un niño.

Tengo un par de teorías a cual más barroca: Bernie bien lo utiliza para someter por descrédito a aquellos circuitos díscolos que se niegan a pagar lo que pide, argumentando que su hija se lo gasta en bolsos; o bien lo tiene contratado por horas para darle algo de publicidad extra a Mercedes-Benz... Vale, tengo otra: Marko ha secuestrado a Byrne, y esa es la razón de que no se mencione al sudafricano ahora que dicen que el F2012 ha nacido malparido...

Por cierto, ¿a qué saben las nubes?