Felipe affaire

El pesimismo ha calado en nuestro huesos de manera que incluso nos mostramos incapaces de reconocer cosas que suceden ante nuestros ojos, como si la norma nos hubiese vuelto completamente ciegos.

Así las cosas, el Ferrari de mi Felipe (con vuestro permiso hoy lo tomo de nuevo prestado) desfallecía en las últimas vueltas al circuito de Shangai casi de manera idéntica a como el McLaren de Lewis Hamilton lo hacía en el de Sepang, en ambos casos por el lamentable estado de sus respectivas gomas.

Con el británico de por medio nadie pareció dar más importancia al asunto que el que tenía, pero en lo tocante al paulista los cielos se han abierto para derramar piedras que han servido para cuestionar a un piloto que sin gozar de mis completas bendiciones, como ocurría antaño, ayer se dejó la piel sobre el asfalto para concluir la carrera a menos de 16 segundos del ganador, y que salvo por el extraño que le llevó al verde tras ser asaltado por Rosberg, resolvió su papeleta con notable alto porque se nos ha olvidado que los seis primeros clasificados quedaron enmarcados en poco más de lo que cuesta recorrer la recta de tribunas del circuito chino, un puño en el que estaba metido Massa. ¿Se puede pedir más? ¡Yo no lo haría, forastero!

Bastaría tirar de números para entender el calado de todo esto, pero como bien sabéis hago literatura con la F1 y voy bastante por libre, incluso abusando de vuestra paciencia mientras encuentro hueco para responder a todos los comentarios atrasados, así que no me duelen prendas en irme por derroteros inexplorados por otros colegas de la bloguería, señalando con el dedo a los que vieron en el adelantamiento de Fernando a Felipe en Australia unas maquilladas órdenes de equipo y hoy callan como pendejas ante el hecho ineludible de que en China, Felipe gozó de las prevendas de liderar el equipo porque supo robar la cartera al asturiano en la salida, estatus que respetó el Nano hasta el término de la prueba, y con el que el brasileño cumplió escrupulosamente hasta que desfallecieron sus ruedas.

En otro orden de cosas, y siendo consciende de que tal vez fui uno de los primeros en alertar sobre la auténtica herida que produjo el accidente de Hungría sobre las prestaciones actuales de Massa, ayer, más que nunca, era el momento en que el subcampeón de 2008 podía haberse quitado de encima los fantasmas que le sobrevuelan, pero como tantas veces ha ocurrido, Ferrari se encargaba de hacer añicos el milagro.

Una estrategia equivocada sin alternativa de palos (Fernando y Felipe a dos paradas, como mandan los cánones) y unos pit-stops que ni en una carrera de Scalextric tras una noche de farra, daban al traste con cualquier expectativa de evitar un desastre que en el fondo tampoco ha sido para tanto, ¡coñe!, ¡que Massa quedaba sexto a tiro de piedra y el de Oviedo terminaba a poco más de 30 segundos haciendo séptimo, cuando lo normal esta temporada ha sido que el medio minuto de distancia haya estado reservado para el tercero en Albert Park o para el cuarto en Sepang!

No exageremos, que aún nos quedan 16 pruebas por delante y al paso que vamos corremos el riesgo de terminar cazando moscas a cañonazos.

Os leo.


PD: Noe, ésta es tuya ;)